A raíz del 11 de septiembre se creó alrededor del mundo una psicosis por los ataques terroristas y se implementaron directrices que buscaban mitigar la oportunidad de que estos sean perpetrados, haciendo casi una política de Estado y el que no se unía sería un nuevo enemigo de Estados Unidos, involucrando a propios y ajenos.

Hablando localmente, la seguridad aeroportuaria de Quito y Guayaquil tuvo un repunte en procedimientos que eran vulnerables por ciertas falencias propias de que no hay sistema perfecto, y  mejoró mucho. Como testigos visibles de ello tenemos recipientes casi llenos de todo objeto imaginable que fueron decomisados en los filtros de seguridad, quedando como reliquias que muestran la “eficiencia” en seguridad.

Han pasado ya cuatro años de tan execrable hecho, pero parecería que la seguridad aeroportuaria de Quito y Guayaquil está en el sueño de los justos. Sin apuntar a malicia alguna, desde hace casi un año, al pasar los filtros de seguridad de rayos equis de los dos aeropuertos, ¡pasan sin ser inadvertidas mis tijeras de uñas y hoja de afeitar!, y sin estar escondidas, solo  fruto del olvido. Pero en el portal, cuando se pasa, suenan las alarmas por todo e invitan a que se realice una inspección personalizada, para que el personal de seguridad no se desmaye por tanto tiempo que está parado.

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Señores encargados de la seguridad, la cual está concesionada, sean más  meticulosos.

Víctor Rodríguez Plaza
Guayaquil