La presencia de guardias privados a lo largo del Callejón 51 evidencia un ambiente de inseguridad en la cooperativa Santiaguito Roldós (sur de la ciudad).

Su consigna está bien definida: brindar seguridad a vehículos pertenecientes a industrias que operan en el sector, según coincidieron custodios consultados la tarde del martes pasado.

Electroguayas, Transelet, Intervisa e Interoy serían las compañías de generación eléctrica que pagan el resguardo, expresa un hombre armado en cuya gorra se lee Seguridad Santiaguito Roldós.

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¿Y si asaltan a algún transeúnte? “Será a alguien que no sea de aquí”, responde. ¿Lo defiende o no, en ese caso? El hombre no duda y constesta “que ahí no me meto porque uno vive aquí y es ganarse enemigos”.

La respuesta del vigilante obliga a ser cauto y evitar caer en distracciones que deriven en sorpresas desagradables.

La presencia policial es nula en el sector. Un retén cercano a la estación de buses de la línea 56 (en una calle sin nombre) permanece abandonado.

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“Hace algún tiempo hubo policías, pero se fueron porque querían que les dieran de todo, y la gente aquí es pobre”, justifica un morador.

Un guardia barrial (según se lee en su camiseta) baja de una unidad de transporte y revela que de la delincuencia tampoco están libres los buses. Pese a reconocer que “todo está sin novedad”, Bertín Delgado –el guardia– afirma que “no deja de encomendarse a Dios”.

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Delgado, de 44 años, indica que él y sus colegas (residentes del sector) resguardan estas unidades hasta la calle Cayetano Tarruel de la Cdla. Los Esteros y viceversa.

Además del resguardo público, Santiaguito Roldós carece de centros de salud y mercados. La única calle asfaltada (Callejón 51) la hicieron las empresas, manifiesta Jorge Quimí.

 “No hay alcantarillado. El agua la compramos a tricicleros, pese a que hace dos años instalaron las redes”, agrega el morador de 27 años, mientras sigue atento al juego de billa en un local de la zona.

El asentamiento está cercano al estero del Muerto. Al final del Callejón 51 pescadores comentan la realidad del sector. “Ya vamos a tener 30 años y no hay agua, mientras que en la isla (Trinitaria) hace rato tienen”, reniega uno de ellos.

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Casi a las 18h00, las advertencias sobre el estar atento ante la delincuencia se acentúan. “Los pillos más actúan en la noche”, dice uno de los compañeros de Quimí.

Historia
Más de un habitante mostró indignación por la lentitud con que se atienden los requerimientos del asentamiento cuyas primeras familias llegaron en 1978 lideradas por Paco Oñate, militante de la Izquierda Democrática.

Cuentan “fundadores” consultados, que en ese tiempo el sector, cercano al estero del Muerto, “era puro puente”.

“Las manzanas ocupadas por las 200 familias iniciales se empezaron a rellenar con cascajo en la década del ochenta”, refiere Mario Quimí, el actual dirigente.

“Ahora están legalizando. Se está dando a las 174 manzanas un código catastral actual”, destaca.