Al bajar las aguas, Nueva Orleans enfrenta una horrorosa tarea de dimensiones épicas y que ninguna ciudad estadounidense ha visto talvez en un siglo: recoger, identificar y enterrar a miles de cadáveres, muchos de ellos hinchados, en descomposición o imposibles de reconocer, pues son tan pobres que no tienen un registro dental.

Las autoridades de Louisiana tienen 25.000 bolsas para cadáveres y una morgue temporal en un almacén, con capacidad para 5.000 cuerpos.

Pero ayer las autoridades anunciaron que la cifra de fallecidos por la catástrofe “no será tan alta como se había previsto”. La cadena CNN informó que aumentó a 337 el número de muertes confirmadas: en Mississippi 204, Louisiana 118, Florida 11, Alabama 2 y Georgia 2.

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Efectivos de la Policía de Nueva Orleans y de la Guardia Nacional empezaron a desalojar a la fuerza a quienes se rehúsan a abandonar sus hogares en esta ciudad. Las autoridades esposan a los residentes que no han acatado el desalojo y luego los trasladan a un centro de evacuación.

La salida se ordenó por razones sanitarias a causa del peligro de epidemias por bacterias peligrosas que han sido encontradas en las aguas de Nueva Orleans, que ya habrían ocasionado muertes.

Los primeros cien uniformados de la Guardia Nacional de Louisiana llegaron ayer de EE.UU. procedentes de Kuwait, para llevar a su agotado contingente militar de la carnicería de Iraq a los estragos causados por el huracán Katrina, donde quizá tengan que lamentar el deceso de sus familiares o amigos.

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Tras 150 años, soldados mexicanos que darán ayuda humanitaria pisaron ayer territorio de EE.UU., desde la guerra por Texas a mediados del siglo XIX. Texas se anexó a EE.UU. en 1845. En 1848, tras una larga guerra se firmó el tratado de Guadalupe Hidalgo por el que México cedió Arizona, Nuevo México y la Alta California a los EE.UU.