La popularidad del presidente de EE.UU., George W. Bush, sigue bajando y está en el 40%. El 67% de estadounidenses desaprueba la reacción a la tragedia y el 56% cree que debe preocuparse del país y no de la guerra contra el terrorismo.

Una tormenta política se ha desatado en Estados Unidos, llegando a la Casa Blanca e involucrando incluso quejas de que hay racismo en las decisiones del gobierno, en busca de responsabilidades por la pobre respuesta a la tragedia que causó el huracán Katrina.

En este marco surgen cuestionamientos sobre la capacidad de quienes dirigen las tareas de ayuda y se ha pedido designar al ex secretario de Estado, Collin Powell, un hombre de raza negra, como coordinador nacional de la reconstrucción.

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La revista Time publicó que Michael Brown, director de la cuestionada agencia estadounidense de respuesta a las emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés), tenía menos experiencia, apenas una pasantía gerencial, que la citada en su biografía oficial, algo insuficiente para lidiar con la temporada más activa de huracanes en más de 100 años.

Brown, criticado por su reacción tardía al ciclón Katrina, fue ayer sustituido y enviado a Washington.

Asimismo, el periódico The Washington Post  señaló que cinco de los ocho altos funcionarios de esta organización, incluyendo a Brown, no tenían experiencia previa pero sí lazos políticos con el presidente George W. Bush.

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En el Congreso la minoritaria oposición demócrata, encabezada por los senadores Hillary Clinton y Harry Reid, está furiosa y reclama, además de investigaciones legislativas, una comisión independiente como la de los ataques del 11 de septiembre del 2001 y rechazan que Bush lidere una investigación gubernamental.

El ciclón causó el mayor desplazamiento interno en EE.UU. en su historia y descubrió las fallas de los dirigentes políticos que no reforzaron los diques de Nueva Orleans, dejaron la ciudad a los saqueadores, abandonaron los cadáveres y permitieron que miles murieran o sufrieron por falta de agua, comida o esperanza.

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En la página BBCmundo.com Matt Wells afirmó que Bush enfrenta uno de los más grandes retos políticos desde la caída de Richard Nixon en 1970, al que ya se ha denominado “Katrinagate”.

En el 2001 la Administración de Emergencias Federales dijo que un huracán en Nueva Orleans era uno de los tres desastres más probables en EE.UU.

El periodista Emilio Marín, en la revista digital Argenpress, destacó que “aunque el huracán golpeó un lunes, Bush sobrevoló la zona el viernes, tres días después, sin apearse ni dialogar con la gente. Incluso el miércoles, cuando decidió dejar sus vacaciones de cinco semanas en el rancho de Crawford, ‘dio el peor discurso de su vida’ ”, según The New York Times.

Antonio García Danglades, también en Argenpress, señala que el 8 de junio del 2004, Walter Maestri, jefe de la administración de emergencia de Nueva Orleans, denunció en el diario Orleans Times-Picayune que el presupuesto de $ 430 millones para el mantenimiento de diques y proyecto contra huracanes e inundaciones fue reducido por Bush a menos del 20%, para financiar la guerra en Iraq.

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Pero en una cuestión de poder y política, los congresistas y Bush firmaron una ley de autopistas por $ 286.400 millones, de ellos 231 millones para un puente de una isla deshabitada en Alaska, que tiene en la Cámara de Representantes a Don Young, presidente de la comisión de Transporte, y en el Senado a Ted Stevens, en la influyente comisión de Medios y Arbitrios. Louisiana tiene bastante menos poder.

Además, Katrina ha unido a los líderes de la comunidad negra de EE.UU., que exigen respuestas ante el aparente racismo en las operaciones de evacuación y rescate de miles de damnificados, la mayoría pobres y de raza negra.

Nueva Orleans es uno de los destinos turísticos más populares de EE.UU., con una población mayoritariamente negra y de las más pobres del país, donde el 34% está bajo la línea de pobreza y apenas cubren sus necesidades básicas.

La mayoría de quienes se quedaron atrapados eran personas negras y pobres sin vehículos para movilizarse ni dinero para pagar hoteles o mantenerse varios días fuera de la ciudad, ante la falta de refugios y buses para trasladarse, por lo que terminaron hacinados en el estadio Superdomo y el centro de Convenciones, sin agua, alimentos, luz ni protección ante los saqueos.

La secretaria de Estado, Condoleezza Rice, afroamericana de Alabama, dijo que el racismo no jugó papel alguno en la demora del socorro ante las críticas, entre otros, del líder de los derechos civiles, Jesse Jackson, quien comparó la condición de los evacuados con la de “africanos en el casco de un barco de esclavos”.

Mientras, la tormenta Ofelia recuperó ayer la potencia de huracán en un curso que podría llevarla a las costas de Florida y las dos Carolinas.

CRÍTICAS
Hubo, a tiempo, advertencias suficientes sobre los peligros para Nueva Orleans. No se hizo lo necesario. Hubo muchas fallas en varios niveles, locales, nacionales y federales.

Collin Powell, ex
secretario de Estado.

Nosotros, quienes somos de Nueva Orleans, no somos menos estadounidenses que quienes viven en las grandes planicies o en la costa del Atlántico. No somos menos importantes que aquellos de la región noroeste-Pacífico o de los Apalaches. Nuestra gente merecía ser rescatada.

The New Orleans
Times-Picayune.

El presidente Bush, nuestro ministro de vacaciones. Desde el domingo pasado (28 de agosto), todos sabían que la catástrofe se avecinaba en la costa del Golfo de México. Pero nuestro líder permaneció en su hacienda en Texas.

South Florida
Sun-Sentinel.

Las imágenes recibidas desde Nueva Orleans se comparan al mundo apocalíptico de la trilogía fílmica de Mad Max: soldados aterrorizados con las armas apuntadas contra su pueblo. Esta es la vida después del gran desastre, cuando el gobierno el sistema judicial y en esencia la sociedad, se han derrumbado. Pero no es una película, sino la apestosa realidad.

Diario sueco 
Aftonbladet.

El desastre reveló la verdadera naturaleza de un país problemático (...) pobreza, racismo, fundamentalismo ideológico, corrupción y degradación ambiental, normalmente ocultas por medios cosméticos.

Diario The Irish Times.