Somos atolondrados y demagógicos. Dos muestras. El Presupuesto y una nueva propuesta que avanza en el Congreso para modificar el funcionamiento del sistema bancario. Lo primero es una repetición anual: poco a poco nos hundimos más en el pantanal presupuestario. Arranquemos con lo segundo.

Alguna gente cree que debemos hacer ajustes para ordenar el sistema financiero: obligar a que repatrie los recursos que por prudencia tiene guardados en el exterior, orientar obligatoriamente los créditos hacia ciertas actividades productivas en lugar del consumo, poner límites en las tasas de interés y/o a los márgenes, y similares. Nada de eso, que suena atractivo, es sano para la economía. Es, más bien, malsano. Frena el desarrollo del mercado, frena las opciones y el crédito que tienen inversionistas y consumidores, acaba incrementando el costo del dinero (de manera indirecta, vía otros mecanismos) y suspende préstamos externos que están en marcha. No se gana productividad con más controles sino con mejores mercados (un mercado de capitales sólido, por ejemplo)… para lo cual los bancos, sin duda, deben aportar su grano de arena adicional en eficiencia, competencia y transparencia.

El Presupuesto. Es importante porque nos muestra problemas, opciones, prioridades y visiones (o confirma su ausencia). Para el 2006:

a) Crecimiento muy fuerte del gasto. Más del 10% fuera de pagos de deuda. Recursos usados con muy baja productividad, y en consecuencia el promedio de la productividad en la economía cae. Así se genera más pobreza.

b) Se extraen más recursos de los ciudadanos: los ingresos no petroleros se estiman crecer en más del 20%. ¿Y pretendemos que en el Ecuador hay políticas liberales que tienden a aumentar el peso del mercado y bajar el del Estado? Enorme mentira.

c) El pago de la deuda (interna y externa) va creciendo. Empiezan los vencimientos de los Bonos Global y las tasas de interés suben, por contrato, 1%. Cada vez tenemos más deuda interna (más cara) y menos externa. Los plazos de la deuda externa se han acortado excesivamente (menos de 10 años) aumentando el peso anual de los pagos. Y en deuda interna los plazos son cortísimos, apenas se recibe el dinero ya hay que pensar en su repago inminente.

d) Lo peor. No se ve una sola señal de mejora en calidad. Hay más fondos para la educación, por ejemplo, pero el 70% es para aumento de sueldos. ¿Ligados a algún esfuerzo de mejora? No, solo vinculados a la capacidad de presionar.

e) Quizás peor. Cero ahorros. Se “rasparán los fondos de todas las ollas” y al final no se guardará nada.

El Presupuesto es un castillo de naipes, muy frágil. Un sacudón fuerte (petróleo, Niño) y el castillo se derrumba.

Solo hay una salida: un Pacto Fiscal. Definir qué queremos con el Presupuesto y cómo lo manejamos. Cuáles recursos y para quién. Qué límites. Qué prioridades.
Pero esto, probablemente, no es responsabilidad de un Gobierno transitorio.

Nota: Recuerde que fuera del Presupuesto del Gobierno Central hay no menos de 7.000 millones de dólares en otras entidades: Municipios, IESS, Petroecuador, eléctricas.