“Un día de estos te visito, te lo prometo”; dos, cinco, talvez diez fueron las invitaciones a mi primo para que nos visite en Salinas: sus ocupaciones, “sus prioridades” (todos las tenemos o inventamos), su renuencia a viajar y a tomar vacaciones lo impidieron; hoy mi primo ya no puede cumplir con su promesa: emprendió, sin quererlo, el viaje sin retorno.

¿Por qué esta introducción sobre un tema muy particular, mejor aún, familiar? Quiero justificar el porqué de estas líneas nacidas, en La Milina, en una fría madrugada, pensando en ustedes, amigas y amigos:

1. La situación económica no ha mejorado para los ecuatorianos, en algunos casos se ha frenado el deterioro, mas el pueblo-pueblo sabe que la vida está demasiado cara, que los sueldos siguen bajos, que no existe trabajo y que hay escasas esperanzas de escaparse de huracanes económicos imprevistos.

2. Si lo anterior es verdad, no es menos cierto que nuestro pueblo-pueblo es muy hábil en sobrevivir y es un artista del “día a día” porque descubrió hace tiempos el modo de gozar el momento, de disfrutar la hora, de alegrarse con un fin de semana; que luego de esta catarsis deba trabajar más para pagar nuevas deudas, no importa, mañana sabrá industriarse para romper cadenas; “chulla vida”, se dice, tengo una sola vida, disfrutemos hoy que mañana moriremos.

3. Las premisas expuestas nos llevan a concluir que, a “pesar de los pesares” nuestra gente tiene ganas congénitas de disfrutar de la vida y que sabe cómo encontrar los medios para hacerlo: nuestros balnearios están repletos en temporada, los estadios se llenan con un buen partido de fútbol o con la presentación de artistas taquilleros; la gente va al cine, pasea por los “malls” y malecones; en cada esquina quedan centavos, en los locales muchos dólares.

Quiero proponer un mejor uso de los recursos económicos y del tiempo. Se requiere de una campaña nacional para acercar a las familias que un día emigraron a otras ciudades o pueblos, dentro del Ecuador, porque estas separaciones trajeron el enfriamiento del calor familiar y así se olvidaron los lazos de sangre que los unían. Hay hijos que no visitan a sus padres, hay hermanos que no se frecuentan y por eso se desconocen, hay sobrinos que la familia no sabe que existen. Es imperioso crear un clima propicio para volver a unir aquello que nunca debió separarse.

¿Cómo usar mejor el dinero y el tiempo? Regresaremos sobre este tema. Estoy firmemente convencido que recorrer los caminos patrios es la mejor forma de optimar nuestros recursos. Quienes pueden hacerlo fuera de la ciudad o de la provincia y quienes dentro de la ciudad, debieran tener un fin de semana, cada mes, dedicado a salir en excursión y agrupar a la familia. La Gloria, Playas, Machalilla, Naranjito, Manta, Canoa, Cuenca, Balzapamba, Bucay, Vinces, La Playita, el cerro Santa Ana, el Malecón, son pretextos hermosos para unir a la familia y amar mucho más a nuestro Ecuador. Hace unos días estuve en Zaruma; la gente duerme sobre oro, es verdad, pero lo más impresionante es que los zarumeños son “un oro de gente”. Ya les contaré luego, pues Zaruma merece no uno sino algunos comentarios.