Tras la incursión de empresas dedicadas a la animación de fiestas infantiles, la preferencia se hace evidente: los padres de familia las prefieren porque están dirigidas por las maestras de sus hijos.

Así lo manifiesta Ingrid Abad, maestra parvularia. La baja confianza y las malas experiencias en la contratación de otros animadores ha provocado, afirma, que la mayoría de familias de clase media alta solicite sus servicios.

José Matamoros, cuyo hijo estudia en una escuela ubicada en la vía a Samborondón, sostiene que la organización de matinés –a cargo de estas empresas– ofrece, hasta cierto punto, seguridad.

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“Como ya se conoce a las profesoras que son responsables y que saben de niños, les sugerimos  que se dediquen a esta actividad”, afirma.