Sin duda que un cambio en el timón político del Estado es necesario. Una de las mayores debilidades del régimen actual ha sido su lentitud para reaccionar ante determinados problemas de Estado y concretar las ofertas que se hicieron a los ciudadanos.
Muchos proyectos y pocos resultados es una mala combinación que a la larga siempre impone rectificaciones urgentes.

Sin embargo, hay cambios y cambios. Aquellos solo de nombre o de forma nunca son productivos. Ni siquiera sirven para ganar tiempo, en un país defraudado por promesas de rectificación de sucesivos gobiernos que no cumplieron su palabra.

El cambio sirve si es sincero y profundo, y eso se lo medirá en sus resultados. Mayor agilidad para reaccionar ante los problemas y las crisis; mayor eficiencia para avanzar en áreas estratégicas, como salud, educación o energía; y mayor transparencia en la participación de asesores, amigos y parientes, son algunas de las cualidades que se esperan del cambio que se produzca.

Publicidad

Que lo recuerde el Presidente de la República, ahora que está por tomar importantes decisiones.