Si partimos del concepto de que el arte tiene que ser un reflejo de la época en la que es concebido se puede decir que las obras en el Salón de Julio 2005 no son una excepción.

No es de sorprenderse de que parte de las obras hablen de nuestro medio cultural o de temas relacionados con la política.

Personalmente, creo que este Salón sería más completo si se podría ver una mayor diversidad de caminos de la pintura contemporánea, pero no necesariamente tiene que ser así. El actual Salón de Julio  es lo que es, con más altos que bajos, siempre tendremos obras con las que estemos más de acuerdo que con otras.

Publicidad

No olvidemos que los grandes movimientos artísticos del modernismo fueron concebidos por artistas y obras que el público no esperaba ni quería ver. Pero el tiempo se encargó de que este mismo público logre digerir estas obras porque  eran reflejos de la modernidad y simplemente no podían ser evadidas.

Es fácil y natural admirar lo que ya está preconcebido como apropiado, bueno y bello, por ejemplo,  hemos logrado entender el impresionismo y sus conceptos, pero uno de los motivos de su creación era estremecer las bases del arte y destruir con la forma en que este era planteado; de la misma manera, el arte contemporáneo busca estremecer ese sentido de comodidad en el público.

El artista contemporáneo tiene la responsabilidad de dar atención a la realidad vista desde distintos filtros o puntos de vista, y el público por lo general no está listo para digerirlos. Ecuador no es una excepción.

Publicidad

Es evidente que el Salón de Julio ha dado un giro positivo. Va por  buen camino si se busca contemporaneidad en las obras. Es de resaltar la preocupación por la forma cómo  fueron instaladas y presentadas en el museo. Esto habla de una entrega y un criterio curatorial con iniciativas de cambio que no habíamos visto en ediciones pasadas.

Tampoco se puede dejar de aplaudir el importante esfuerzo del jurado en el proceso de admisión por buscar calidad y no cantidad; esa exigencia no debe perderse en ediciones futuras.

Publicidad

Es importante señalar al público que para hablar de arte contemporáneo, este se tiene que enfocar con argumentos válidos y  coherencia en la terminología.

Así como para hablar de matemáticas se necesita saber de números y para discutir de religión se necesita de un profundo conocimiento de teología, pues de la misma manera, para hablar de arte contemporáneo se necesita saber de arte contemporáneo; hoy más que nunca en la historia se requiere de conocimientos para entenderlo, digerirlo y poder discutirlo.

Roberto Noboa
Guayaquil