“Tengo presente la enseñanza del fundador del Opus Dei: el sacerdote es para la muchedumbre”.

Para  monseñor Antonio Arregui, arzobispo de Guayaquil desde hace dos años, conocer a la gente y que lo conozcan es un detalle importante porque se siente rodeado de la fe del pueblo.

Arregui, de 66 años, español radicado hace más de 40   en Ecuador, principalmente en Quito, considera que hace falta más formación cristiana, que las críticas contra la Iglesia son por desconocimiento y que cuando se trata de finanzas a más de sacerdote debe pensar como jurista.

Pregunta: ¿Cómo se siente en Guayaquil?
Respuesta: Tenía un poco de recelo al clima, pero gracias a Dios a estas alturas ya no me molesta mayormente el calor. En cuanto a mi trabajo pastoral, Guayaquil es una continua satisfacción.

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P:  ¿Qué es lo que más le gusta?
R:  La gente y su fe. Se cuenta en la historia de la Iglesia cómo a San Francisco se le cansaba la mano de bautizar. Eso me pareció una exageración, pero a mí me ha pasado ya varias veces, se me ha cansado el brazo de bendecir (se ríe).

P:  La gente comenta y hasta critica que hay sacerdotes para pobres y sacerdotes para ricos. ¿Qué piensa al respecto?
R:  La semana pasada estuve bendiciendo una escuelita en la isla Trinitaria, en el barrio Nigeria, construida por el comité parroquial de Los Ceibos. Cincuenta de sus miembros compartieron ese día con los pobres. Con esto quiero decir que las señales de solidaridad entre las parroquias que llamamos de ricos y de la periferia se dan de varias maneras.

P:   Y si ese sentido de solidaridad cristiana se da, ¿por qué la crítica a la Iglesia?
R:  Las críticas las escucho con respeto. Creo que la gente a veces critica porque no conoce.

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P:  ¿Qué tal se lleva con el alcalde Jaime Nebot?
R:  Bien. El Alcalde siempre se manifiesta muy comprensivo de nuestras necesidades.

P:  ¿Está de acuerdo con lo que hace en cuanto a regeneración urbana?
R:    Eso es otro tema. En la mayoría ha demostrado una gran eficiencia y un sentido de servicio. Noto que tiene una mirada puesta siempre en las necesidades de la gente.

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P:  ¿No considera que debería invertir dinero más en obra social que en regeneración?
R:  Es una obra social la regeneración urbana, no digo toda pero por ejemplo si va los fines de semana al Malecón encuentra a gente sencilla que disfruta de ese espacio.

P:   ¿Comparte la ideología socialcristiana?
R:  No en lo absoluto. El día que me posesioné dije que no venía a disputar ningún espacio político ni a respaldar ningún proyecto político. Mi misión es tratar de ilustrar con la luz del evangelio todas las actividades de la vida pública.

P: De ahí su presencia en las asambleas de Guayaquil.
R:  Por ejemplo, me toca estar en una asamblea que quiere representar a Guayaquil; no estaría completa sin su obispo.

P:  Si no fuera monseñor y fuera alcalde, ¿qué le hubiera gustado hacer?
R: Es una linda hipótesis, lo que me hubiera gustado ser es monseñor (se ríe).

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P:    ¿En qué quedó la venta del Grand Hotel Guayaquil?
R:  Eso sigue su curso. El rato que tengamos el título pasaremos a analizar las propuestas que hay de compra.

P:  ¿Y la propuesta de los administradores del hotel?
R:  Será analizada como todas las otras. Hasta el momento el avalúo de la propiedad está pasando los 6 millones de dólares. Su rendimiento anual no pasa de 150 mil dólares que no es bueno, porque facturaron unos 4 millones de dólares al año.

P:  Y si no les conviene a ninguno de los dos, ¿por qué durante años no se tocó el tema?
R: Yo hice el análisis cuando llegué y vi que la única forma de mejorar ese ingreso era cambiando esa inversión. Nosotros vivimos de las limosnas y de la renta del hotel, eso es lo que sostiene a la curia..., era algo insostenible.

P: ¿Ahí descubrió que el hotel no estaba registrado?
R: En un momento dado el hotel fue hipotecado para financiarlo, pero resulta que no había escrituras y que la hipoteca fue algo mal hecho. Se hizo un poco a la diabla.

Desde Felipe III esta propiedad es nuestra, pero cuando se hizo el Registro de la Propiedad, en el siglo XIX, nadie se molestó en ir a registrarla. Llevábamos más de dos siglos sin constar en el Registro.

P: ¿O sea además de fomentar la fe también piensa en el ámbito financiero?
R: Pero tengo que pensar. El obispo encabeza el consejo gobernativo de bienes de la Arquidiócesis. Ese consejo es el que decide y unánimemente aprobó la venta del hotel, además de la Santa Sede.

P: ¿Y ahí cómo piensa como Arzobispo?
R: Como jurista, yo soy jurista; también el arzobispo tiene que ser un poco equitativo (se ríe).

P: ¿En qué lo diferencia de los otros obispos?
R: Yo soy diferente como era diferente monseñor Evelia y monseñor Mosquera, a quien conocí pocos meses, era una persona buenísima, es el que desarmó el anticlericalismo.

P: ¿Y qué es lo que desea sembrar monseñor Arregui?
R: Yo quiero sembrar la fe, la vida cristiana y estoy seguro que esa es la única solución que hay para cualquier problema, personal, familiar, social. Y nuestro esfuerzo como todo cristiano es hacer que cada vez la vida sea más humana y esperanzadora.