Aunque usted no lo crea. En una esquina de Guayaquil, bailan a todo trapo: Abdalá, Nebot, León y Gutiérrez. El público goza. Los más pequeños esperan que sus héroes de televisión y tiras cómicas también entren en movimiento. Y es que todo es posible en nuestras calles.

Más aún cuando Luis Valdiviezo (Guayaquil, 1960) camina por ellas, ofreciendo sus marionetas de personajes políticos e infantiles.

A las nueve de la mañana sale de su barrio de Esmeraldas y Letamendi, como están prohibidas las ventas ambulantes en el Guayaquil regenerado, ahora recorre las aceras del Guasmo, el suburbio o la Perimetral, comercia hasta el final de la tarde. Siempre lleva dos docenas de muñecos, con algo de suerte, logra vender de 10 a 15, a dos dólares cada uno.

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Las vistosas marionetas van amarradas a un palo que lleva, como una cruz, sobre sus hombros.

A veces, los conductores detienen sus carros y hacen negocio con el titiritero callejero. La otra mañana, a pocas cuadras de su casa, una señora adquirió una docena. Ese fue un día de suerte porque regresó más temprano a casa.

Cuando deambula por los populosos sectores de la Bahía o el Mercado Central se arrima a una esquina y hace bailar a sus muñecos, “los niños piden que le den uno, lloran y hasta zapatean. Yo aguanto la caña, espero que los padres no soporten más el berrinche y me compren una de mis marionetas. A veces, el niño se gana un buen cocacho y yo tengo que seguir con el baile”.

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Los pequeños son fanáticos de Bob Esponja, el Pájaro Loco, Cantinflas, el Chavo, Quico, La Pantera Rosa, Piolín, Ratón Mickey, el conejito, etc. 

Es cuando Luis hace bailar a los títeres de la política, que la gente adulta se entusiasma más y compra sus marionetas. Años atrás, fue un éxito de ventas el títere de Nina Pacari con lentes y trenzas.

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Una vez le compraron una docena de esos personajes, días después en una esquina encontró a un señor haciendo bailar a Abdalá y la gente estaba en plena vaciladera. Algunas personas compran marionetas para obsequiar a sus amistades. Eso sí, todo cliente exige que les enseñe manipular a esos políticos bailarines. “Es fácil porque solo hay que mover las manos como cuando uno señala que ya-no-hay-nada”.

Hechas en casa
Las marionetas, en su gran mayoría, las confecciona su cuñado. Mezcla harina, papel y agua, forma una masa húmeda que coloca en moldes pequeños con las formas de cada uno de los personajes.

Se secan al sol y después se pintan. Para conformar una gruesa –144 marionetas– demoran un mes. Lo más complicado son los trajes de tela que hay que cortar y coser, a más de otros pequeños detalles de los muñecos. Desde inicios del año hasta septiembre vende las marionetas; luego hace caretas y años viejos.