Por este hecho, el plesbítero Mauro Verzeletti, secretario adjunto de la Pastoral de Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal de Guatemala, considera que las políticas migratorias de Centroamérica, México y Estados Unidos son racistas, discriminatorias y xenofóbicas.

Las cifras de la DGM detallan que en lo que va del año, 519 ecuatorianos han sido deportados a su país, luego de que buques de la Armada estadounidense interceptaran los rústicos pesqueros en los que hacen su periplo hacia Guatemala.

Mauro Verzeletti señala que “los intentos de la guardia costera norteamericana de naufragar los barcos de migrantes ecuatorianos busca crear opinión pública a su favor para justificar su intervención y acción en aguas internacionales”.  En cambio, el interés de Guatemala por colaborar en la captura de indocumentados es para congraciarse con Estados Unidos.

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“El hecho real es que la política migratoria se está convirtiendo sin alma, bárbara, asesina, cruel e inhumana por parte de las autoridades del Estado”, dice el religioso.

En Guatemala, el tráfico de personas y el empleo de indocumentados se sanciona con prisión de dos a cinco años. “Eso motiva el trabajo de los traficantes de personas, que abusan y explotan a los asustados viajeros”, señala un documento de la Pastoral de Movilización Humana.

Para ayudar a los viajeros indocumentados, la Iglesia mantiene en Tecún Umán la Casa del Migrante, donde cada mes se aloja un promedio de 1.500 personas. “Los recibimos a todos, sin importar raza, color o religión”, explica el director del centro, padre Ademar Barilli.

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