La Guía de Posgrados 2005, publicada por EL UNIVERSO el 26 de julio, además de ser una gran ayuda para los profesionales que quieren ir más allá de su título profesional, es un excelente material para algunas reflexiones.

La primera: si en el Ecuador hay alrededor de 600 posgrados, debemos tener muchos profesionales especializados, con inquietudes académicas y de investigación y con capacidad para elaborar propuestas adecuadas para los graves problemas del país.

La oferta más numerosa está en el área de Medicina, se ofrecen 109 posgrados. Sin embargo, en el área de Salud Pública solo se ofrecen seis.

De Ciencias de la Educación hay 77 ofertas de posgrado. De Administración de Negocios 59, mientras que de Administración Pública solo se ofrecen siete.

En el área de Ciencias de la Producción hay 10 y en Derecho, 31. Mientras que de Acuicultura solo se ofrece uno.

Los números son un primer indicador que a primera vista nos dice que lo público, lo social y lo relacionado con nuestros recursos naturales no es lo privilegiado el momento de decidir qué estudios de posgrado se ofrecen. El asunto no es extraño, si entendemos que tampoco en el país y en las políticas gubernamentales lo son. Buen punto de partida para discutir si las universidades deben simplemente responder a las ofertas del medio o ir por delante identificando las necesidades del país y su gente, y tratando de responder a ellas.

La otra inquietud es: si hay áreas en la que la oferta de formación académica de posgrado es tan alta, ¿por qué eso no se refleja en cambios notorios? Por ejemplo, si tenemos 77 posgrados en educación, eso debe significar que hay muchos profesionales investigando, pensando, experimentando, proponiendo y por lo tanto cambiando la calidad de la educación en el Ecuador, pero no hay signos visibles de que eso esté ocurriendo, por lo menos no en la educación pública y de manera notoria.

De igual manera, si tenemos 31 posgrados en el área del Derecho, debemos esperar análisis, investigación y propuestas de cambios en el mundo de nuestras leyes y de la ciencia jurídica misma. Esa debería ser la discusión, en lugar de estar entrampados en un estudio de papeles para integrar una Corte Suprema de la cual hemos podido prescindir, ya por cuatro meses.

Si tenemos cinco maestrías en Economía y trece en Finanzas, suponemos que hay gente analizando, investigando y proponiendo caminos nuevos y diferentes para que el país supere sus problemas económicos y financieros, pero lo que vemos es la repetición de las recetas que vienen desde fuera y la dificultad para hacer algo distinto.

Si el resultado de los seiscientos posgrados no es visible en la vida nacional, debemos hacernos algunas preguntas y quizás la primera sea si los posgrados realmente lo son.