Ante el drama humano por la deportación de colombianos sin papeles que han formado sus familias con ecuatorianos, la Policía de Migración inició ayer la tarea con los cabecillas o gente que se encarga de contratar a migrantes para trabajar en Ecuador.

Mientras, se arregla la situación de los indocumentados, en particular de aquellos que han formado sus hogares.

Ernesto Almeida, jefe de Migración de Carchi, dijo que lo más difícil es cumplir la ley, como establecen sus artículos y literales, porque no hay oportunidad de ser flexibles, pero ahí está el drama humano de los más indefensos que son los que fueron utilizados para venir a trabajar al Ecuador, por necesidad de que en su país no tuvieron oportunidad o porque los trajeron a probar mejor suerte.

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Nancy Prado, una joven ecuatoriana que vive en unión libre con el colombiano Diógenes Genial, desde hace cinco años y ha procreado tres niños, suplicaba a la autoridad de Migración para que su esposo no sea deportado.

“Migración no está para desunir familias, sino para unirlas y si realizamos las deportaciones masivas muchas madres ecuatorianas, como en este pequeño caso, quedarían abandonadas y se destruirían”, dijo Almeida.

Según Almeida, los propietarios de haciendas contratan a los extranjeros para poder explotarlos, porque saben que cuando uno de ellos les quiere hacer problema los denuncian a Migración por ilegales y tienen que ser deportados.
“Esto con el fin de no pagar lo que le corresponde”, aclaró.

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Aseguró que la ley determina sanciones de seis meses a tres años de prisión para quienes contratan extranjeros ilegales, además de multas entre los 400 y 4.000 dólares.

Migración de Carchi realiza entre cinco y siete deportaciones diarias y a veces llegan hasta 20, según la época.