La película  Seven Swords, de Hong Kong, abrió  el Festival de Venecia. Hoy estará George Clooney, con Buenas noches y buena suerte.

En medio de un rígido dispositivo de seguridad (un vasto despliegue de policías, numerosas cámaras de vigilancia y detector de metales cada 10 metros) dispuesto para evitar la posibilidad de un atentado terrorista, pero también para minimizar los riesgos de piratería de películas que tendrán aquí su premiere mundial, arrancó ayer en la legendaria isla Lido, de Venecia, la 62ª edición de la Mostra del Cinema, el festival más antiguo y uno de los más prestigiosos del mundo, que este año ofrece una muestra riquísima en glamour y arte.

Fiel a su tradición de otorgarle un espacio central al cine asiático, la apertura del certamen estuvo dedicada a Seven Swords, dirigida por Tsui Hark, uno de los grandes artesanos del cine hongkonés, que retornó a su país tras una intensa pero no tan fructífera experiencia hollywoodense. Esta superproducción de acción y artes marciales de 18 millones de dólares está ambientada en la China del siglo XVII e inspirada en Los siete samuráis, el clásico de Akira Kurosawa.

Sin embargo, la sombra más dominante sobre la isla veneciana será la de los colosos de Hollywood. En efecto, la Mostra será utilizada para presentar en Europa varias de las principales producciones estadounidenses de la temporada, lo que ha hecho surgir ya críticas contra la supuesta reducción del festival a la condición de tráiler publicitario.

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Pero, como ni las críticas son nuevas, ni lo es la avasalladora presencia de Hollywood, la primera figura estelar que desembarcará hoy en el Lido será la de George Clooney para defender Buenas noches y buena suerte, un alegato contra las tendencias paranoides de la política estadounidense, dirigido e interpretado por el propio actor. Un filme que rebusca en la memoria de los años 50, cuando el senador Joe McCarthy, un infeliz en permanente estado de ebriedad, lanzó desde la Comisión de Actividades Antinorteamericanas una feroz campaña contra la “infiltración comunista” en la industria cultural de Estados Unidos. La persecución dividió Hollywood en héroes, villanos y víctimas, según los puntos de vista, y el episodio resultó tan vergonzante que hasta el presidente Dwight Eisenhower, un republicano conservador y tradicionalista, lo definió como “asqueroso”. Clooney encarna a un periodista televisivo que indaga en las inmundicias macartistas.

Debido a que esta edición reúne nombres consagrados e importantes títulos de la reciente producción mundial, sin duda el jurado, presidido por el diseñador Dante Ferreti e integrado por los realizadores Amos Gitai, Claire Denis, Édgar Reitz, la productora Christine y la actriz y cantante Emiliana Torrini, tendrá dificultades para otorgar el León de Oro a uno de los 19 títulos en competición.

Los premios a la trayectoria profesional estarán dedicados este año al excepcional referente de la animación japonesa Hayao Miyazaki (autor de La princesa Mononoke) y a la actriz italiana Stefanía Sandrelli, mientras que por primera vez se organizará un por ahora limitado mercado de compraventa de películas. En este sentido, el director de la Mostra, Marco Müller –en su segundo año al frente del festival–, aseguró que renunciará si en 2006 no se concreta un proyecto integral que lleve hasta el Lido a los más importantes empresarios cinematográficos, tal como ocurrió en las décadas de 1950 y 1960.

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Todo está listo, entonces, para once días de puro cine, sofisticadas fiestas, serenatas bajo la luna y –obviamente– una buena dosis de política y negocios.