Era una salsa o cumbia, o algún otro ritmo movido. No se distinguían bien los sonidos por la radio que Juan Bone, de 87 años, eligió como compañera de vigilia, mientras espera un alza en su pensión.

No es de marca conocida (Aimei), pero estrenaba un par de pilas Sony “para que duren hasta que pueda irme a mi casa”. Al mediodía de ayer, este jubilado cumplió sus primeras 24 horas de protesta ininterrumpida en la sucursal del Banco Central, en Guayaquil.

Fue uno de los 20 que  amanecieron en colchones y apoyando las espaldas en el helado mármol que cubre la fachada del edificio. Llevaba puesto el mismo pantalón gris y la camisa amarilla –tapada con un abrigo de lana para enfrentar el frío mañanero de 19° C que vistió el lunes, cuando junto a decenas de jubilados se tomaron esa dependencia.

Publicidad

Juan Bone pelea por 25 dólares de aumento. Gana “200 y pico de dólares”, dentro del promedio de pensiones (250 dólares), aunque la mayoría recibe entre 301 y 400 dólares.

En casa lo espera Gladyz, su esposa (65 años) que padece artrosis. La historia de su enfermedad la cuenta en una hoja donde pide colaboración a sus amigos para el tratamiento. Lleva recaudados 15 dólares.

El Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) dispuso 75 millones de dólares para que se repartan entre los jubilados. Asume el 60% del alza y el Ministerio de Economía debe poner el otro 40%.

Publicidad

La decisión del IESS no tiene la firma de uno de los directivos (Manuel Vivanco) y el Ministerio no ha dicho que asumirá la parte que le corresponde.

Por esta razón siguen tomadas las entradas del Central. También porque quieren que se pague desde julio, cuando se debió decretar el alza.

Publicidad

Hoy será decisivo. Los jubilados decidirán si se conforman con la publicación del aumento en el Registro Oficial y terminan el paro. Y el IESS definirá cuánto aumento le tocará a cada jubilado.