Decenas de ciudadanos acuden todos los días a comprar en los sitios donde se instalan las ferias.

Desde que era un adolescente, su trabajo ha sido siempre el mismo: comerciante de víveres, una actividad que -asegura- le ha permitido “ganarse el pan diario” para él y su familia.

Con esta declaración, Santos Cepeda inicia el relato sobre sus experiencias en la labor que piensa desarrollar al menos “por un tiempo más”.

“Lo que se gana aquí apenas alcanza para subsistir”, comenta mientras despacha dos libras de arroz a una de las personas que acude a la feria libre situada en la avenida principal de la ciudadela Martha de Roldós, en el norte de Guayaquil.

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A pesar de “lo poco que se gana”, Cepeda cree que la situación que vive ahora es mejor a la que experimentó hace más de dos años, cuando trabajó en el mercado municipal de la Prosperina.

“Estar en un mercado, no representa (ingresos), no hay ventas. Lo que pasa es que la gente no esta acostumbrada, la gente piensa que porque está bien ordenadito y limpio, se encarecen las cosas”, comenta el comerciante de 42 años.
Por esa razón decidió regresar a las ferias libres. Cepeda dice que muchos de sus compañeros han hecho lo mismo.

Y otros que escucharon alguna vez su testimonio no tienen intención de trabajar en un puesto en cualquiera de los mercados construidos de la red construida por el Municipio de Guayaquil. 

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No obstante, según el cabildo, el funcionamiento de las ferias libres no está permitido. “Ya no tienen cabida”, precisa  el director de Aseo Urbano y Mercados del municipio, Gustavo Zúñiga.

Ante esto, los comerciantes sostienen que existe una disposición gubernamental que avala sus trabajo.

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El secretario de la Federación de Ferias Libres del Guayas (que agrupa a más de 100 comerciantes), Jorge Peñafiel, explica que la autorización consta en el decreto ejecutivo 45 emitido en el gobierno de Jamil Mahuad, en agosto de 1998.

A través de ese documento el ex presidente suspendió otro decreto del ex mandatario Fabián Alarcón que impedía el funcionamiento de las ferias libres. 

Los datos que maneja la dirección de Mercados del Cabildo indican que hay siete negocios de este tipo en la ciudad, situados en la ciudadela Pradera, isla Trinitaria, suburbio Oeste, Bastión Popular y Flor de Bastión.

Algunas de estas ferias funcionan un día a la semana, mientras que otras se mantienen durante los siete.

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Según Zúñiga, el Municipio prevé “ir poco a poco reordenando” esta situación y solicitando a los vendedores que ocupen un puesto en la red de mercados.
“Nuestra tarea siempre ha sido dar soluciones con alternativas, en algunos casos transitoria, en otras definitivas”, destaca.

Mientras, la mayoría de los comerciantes esperan que el decreto de Mahuad les sirva para permanecer en su actual trabajo y en el sitio en el que lo desarrollan.
Otros, en cambio, están resignados.

NEGOCIOS

PREFERENCIA
Quienes acuden a las ferias libres sostienen que los valores de los productos son menores que en los mercados y tiendas. “Tres libras de cebolla me cuesta 40 centavos, pero en el mercado me venden a 25 cada libra”, indicó Marco Sánchez, quien vive en el Suburbio Oeste.

POSTURA
Comerciantes que trabajan en las ferias libres coinciden en que su trabajo en este tipo de negocio resulta más conveniente que el que se realiza en la red de mercados del Municipio. Sostienen que las ventas son mayores en las ferias. 

UBICACIÓN
Los vendedores creen que el reordenamiento beneficia a los comerciantes cuando son ubicados en mercados construidos en sectores cercanos al que trabajan actualmente. “Por ejemplo el mercado de mariscos lo hicieron en el mismo sitio, no creo que vaya a fracasar, creo que les va a dar resultados”, opinó un comerciante de una feria que funciona en el norte de la urbe.

FUTURO
Algunos comerciantes de las ferias libres creen que “algún día” tendrán que salir de los sitios donde ahora trabajan, “como sucedió en el sector de Pedro Pablo Gómez”.