Hace dos semanas un amigo explicaba el caso de su hijo, el cual ilustra la estupidez a la que ha llegado este país. El muchacho fue a terminar su secundaria a un colegio del exterior. Llegando de vacaciones para en pocas semanas continuar con sus estudios universitarios en aquel país, fue impedido de salir del Ecuador porque su leva estaba acuartelándose. Buscó por todos los medios, según su relato, y el permiso de salida le fue negado hasta noviembre, lo que implicaba perder el primer semestre de universidad. Dada la amistad del relator, el padre, con algún uniformado, le permitieron salir sin revisar su permiso en el aeropuerto, sitio en que incidentalmente encontré a este amigo, narrándome los hechos que acababan de acontecer. ¡Inaudito no permitirle a un muchacho estudiar! Es más importante dar bala.

La policía debe ser una de las instituciones más ineficientes del país, por no mencionar otras sombras que la nublan. A mí me han asaltado. Varios parientes y amigos han sufrido robos en sus casas, en dos de los cuales me ha tocado estar pocos minutos después del evento, pudiendo comprobar en todas las ocasiones la inoperancia de la Policía, su poquísima preparación y el poco nivel de quienes nos atendieron durante y después del incidente; sumándose a esto su poca credibilidad por todas las dudas que sobre ella recaen. Ahora la Alcaldía contrata a una empresa israelí de primer nivel para que audite la seguridad de la ciudad, y las críticas de políticos, prensa y otros círculos no se hace esperar. ¡Ha sido una excelente decisión esta contratación! Si una crítica se puede hacer al cabildo es que en este –y otros ámbitos– no sea más agresivo en la búsqueda de la autonomía. Me atrevería a apostar que una conclusión de la auditoría será la necesidad de constituir una fuerza pública municipal ante la escasa posibilidad de rescatar lo existente. Es una función descentralizable, ya que en el artículo 226 de la Constitución se indica que competencias no lo son, entre ellas la seguridad nacional; instruyendo el artículo 183 de la misma Constitución que la seguridad nacional es responsabilidad de las Fuerzas Armadas. Luego, la función de las Fuerzas Armadas es la única que no es descentralizable.

Un grupúsculo de desadaptados se toma los activos más importantes del país.
Causan a doce millones de ecuatorianos un daño económico mayor al que el Ejército peruano causara en cualquiera de las escaramuzas, mal llamadas guerras, que ha habido. ¡Y están libres! ¡Y molestos encima! Y el Gobierno negocia y cede en lugar de aplicar la ley de terrorismo.

Tres casos distintos que reflejan el nivel al que ha llegado el país mientras la UNE –uno de los responsables de la descomposición intelectual del país– el jueves gritaba en la calle junto con estudiantes las palabras y frases más usadas por el perfecto idiota latinoamericano: “entreguismo” y “últimas consecuencias”.

¿Hace falta en el país palo y bala? No. Hace falta Justicia, decencia y sentido común. El tango Cambalache –vale la pena que escuchen su letra, se sentirán como en casa– dice que los inmorales nos han igualado. En Ecuador los imbéciles también. La descomposición es absoluta. Y se mezcla con la falta de pantalones.
El país, hoy, está perdido.