Ciento ochenta y nueve países se comprometieron durante la Cumbre del Milenio de Naciones Unidas de 2002 a lograr metas ambiciosas para mejorar la salud y el bienestar de millones de personas para el año 2015. Cuatro de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) fijados están relacionados con la salud: reducir a la mitad la mortalidad materna y la mortalidad infantil, reducir a la mitad el número de personas que padecen hambre, combatir el VIH/sida, el paludismo y otras enfermedades infecciosas y mejorar el acceso a medicamentos esenciales y al agua potable, lo que disminuiría la muerte evitable de 11 millones de niños por causa de enfermedades prevenibles, robusteciendo a la par las economías de los países en desarrollo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial, conscientes de la dificultad en lograr la meta fijada en el ámbito de la salud, advirtieron que numerosos países no podrán lograr los ODM referidos a la salud a menos que se actúe de inmediato con un esfuerzo concertado durante los próximos diez años.
De hecho, lograr esos objetivos fijados por la OMS y el Unicef significa proporcionar saneamiento básico a casi 2.000 millones de personas antes de finalizar el 2015.

Pero, la auténtica realidad sigue siendo la carga de la deuda externa y la corrupción que pesan sobre los países pobres, donde una gran parte de sus recursos la absorben  las mismas, sin dejar opciones para servicios destinados a la salud, pues sin disponer de recursos es imposible llegar al sector más pobre de la población con personal e información sanitaria fiable. Mientras no disminuya la corrupción y no se alivie la deuda externa, es utópico pensar en las metas para 2015.

¿Cómo pretende lograrse los ocho objetivos del milenio si solamente en África miles de niños no alcanzarán jamás la edad adulta y el promedio de vida de sus madres es de 40 años debido a la desnutrición, agravada por el sida? Más de 100 años de concienciación general serían necesarios para cumplir los ODM, siendo así inexacta la afirmación de lograrlos para el 2015.

Por otra parte, los progresos realizados para reducir la mortalidad infantil han sido muy lentos. Al ritmo actual, solo el 16% de los países en desarrollo está en camino de lograrlo y probablemente solo el 17% de esos países alcanzará el ODM relativo a la mortalidad materna; siendo peor la situación de los países de América Latina y el Caribe donde apenas el 4,2% de ellos está en vías de lograr el objetivo, y solamente el 40% de los países en desarrollo sigue el ritmo para alcanzar el ODM referido a la malnutrición puesto que, aunque se registrara un crecimiento económico general y se acelerara la consecución de los otros ODM, son numerosas las regiones que no alcanzarán muchos de ellos, pues se precisaría aumentar los recursos sanitarios y usar los existentes de manera más eficaz; asimismo, coordinar los recursos de los donantes y reforzar la capacitación humana en el sector de la salud con un planteamiento enfocado en la equidad, habida cuenta que el desarrollo está ligado al potencial creador de la humanidad, integrada por hombres y mujeres, por lo tanto, los vínculos que unen a ambos son complementarios y no incompatibles.