Acusados de coyoteros claman su inocencia y por el apoyo de las autoridades y denuncian abusos.

Unos 28 ecuatorianos están detenidos en Guatemala, 27 de ellos en la Granja Modelo Canadá, acusados de tráfico ilegal de personas y de ser supuestamente tripulantes de barcos o coyoteros. 

Ellos dicen que cuando los detuvieron viajaban como migrantes.
Otro, menor de edad, también está recluido.

Todos rechazan las acusaciones, reclaman por su inocencia y demandan la ayuda estatal para regresar al país.

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Mientras, en Manta, barquitos de papel y ramos de flores, fueron arrojados ayer como ofrendas al mar por los familiares de los 94 emigrantes ecuatorianos que murieron en la embarcación pesquera que zozobró el pasado 13 de agosto en aguas del Pacífico, frente a las costas colombianas.

El homenaje culminó con una misa en alta mar a bordo de la nave Calicuchima de la Armada Nacional.

La Granja Modelo Canadá Guatemala, en la vía al Pacífico es un penal con capacidad para 800 reos, pero en estos días alberga a 827, exceso que se da porque 27 detenidos son ecuatorianos que enfrentan en Guatemala un proceso de investigación por presunto tráfico ilegal de personas, como supuestos tripulantes de barcos o coyoteros.

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En el grupo de ecuatorianos la mayoría son oriundos de la Sierra y el Oriente. En un centro cercano también está un menor de edad. No todos revelan sus nombres pero gritan que son víctimas de injusticia, se quejan y hasta lloran por el abandono de las autoridades diplomáticas de su país.

Los 28 eran parte de los 397 emigrantes ilegales que entre fines de mayo y la semana pasada viajaban en cuatro barcos, interceptados por naves estadounidenses en el Pacífico guatemalteco tras haber salido de puertos ecuatorianos.

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Aseguran ser agricultores, artesanos, comerciantes y jornaleros. Ahora comparten el encierro con asesinos y ladrones sentenciados o con cientos de miembros de Mara Salvatrucha y Mara 13, pandillas extendidas por Centroamérica, Estados Unidos y Canadá.

Juan Elías Guanolema nació en Riobamba y vivía con su esposa en Quito. Relata su historia, entre lágrimas.

Era comerciante y una noche los ladrones vaciaron su negocio, asegura. Quedó con una deuda de 20 mil dólares. Desesperado, contactó a un coyotero que no dio su nombre, hipotecó su casa en Placer Bajo y quiso llegar a EE.UU.

“Soy el más pobre y endeudado del grupo, no tengo ni familia. Estaba yendo para arriba en barco y nos cogieron el 10 de agosto. Los de Migración  nunca me preguntaron y cuando ya estaba detenido me acusaron de tripulante y coyote, pero es mentira”, afirma.

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Segundo Yupa Tenemasa, de Guasuntos, Chimborazo, está inculpado como tripulante del barco que la semana pasada fue interceptado en aguas de Guatemala con 166 emigrantes ilegales. Cree que los de Migración se fijaron en él porque no respondió una pregunta a un periodista de este país.

“Después de tomar la foto con el número 92 en mi pecho, me pusieron en otra fila, me llevaron a la Policía y dijeron que estaba detenido como traficante de personas. Cómo va a creer que uno, paisano, que ni conoce de barcos, va a andar en eso”, relata.

También afirma no saber de barcos ni de coyotaje, Mauricio Valverde, 21 años, de Macas. Javier Morán, de Milagro, indica que puede comprobar que días antes de partir laboraba en el ingenio La Troncal.

Todos están en proceso de investigación por delito de tráfico ilegal de personas, a órdenes del Ministerio Público. etapa que dura tres meses, tiempo en el cual deben demostrar su inocencia.

Pero los ecuatorianos insisten que se comete una injusticia con ellos y hasta anuncian que cuando salgan libres, demandarán a EE.UU. y las autoridades de Migración de Guatemala, por supuestos abusos y violación de sus derechos.

“Los de la tripulación no fueron pendejos, se fueron, se soplaron dejándonos encerrados en la bodega. Enjuiciaré a la Embajada de Estados Unidos y a Guatemala para que en el futuro no señalen a cualquiera. Aquí le cogen a quien sea y ya, no somos los primeros y hay ecuatorianos que están presos desde hace rato, es un abuso”, sentencia.

Lorena Rosales, vocera de la Dirección General de Migración de Guatemala, aclara que las detenciones se dan por denuncias de los propios viajeros y todo está a cargo del Ministerio Público y la Policía.

Las quejas también son contra el olvido que –dicen– sufren de la Embajada de Ecuador. “Había cuatro peruanos presos y la gente de su embajada los veía y apoyaba; a nosotros nada”, decían en coro.

Reconocen que el trato de las autoridades penitenciarias es bueno y que en la Granja Modelo tienen áreas verdes y talleres. Pero están en permanente zozobra por los mareros, que el fin de semana pasado se enfrentaron con cruce de balas, como afirma el cuencano Carlos Alvarado.

Es mediodía del viernes 26 de agosto. Un apretón de manos, otro ruego: “Hagan algo por nosotros”.
Los ecuatorianos se apresuran al rancho pues temen quedarse sin comer. Por ahora deben esperar el fin de las investigaciones.

TESTIMONIOS
“Uno es pobre y se burlan. No sabía adónde ir en EE.UU.; no conozco a nadie pero salí de Ecuador por la necesidad y la pobreza del campo y ahora me señalan como culpable sin saber ni por qué. Saludo a mis hijos Luz, Rosario, Verónica, Inés, Elida y Agustín, y a mi esposa Juana Montabay”.
Segundo A. Yupa, Guasuntos, Chimborazo.

“No sé cómo avisar a mi esposa María Caisaguano, en Placer Bajo, Quito. No tengo a nadie más. De las autoridades ecuatorianas no escuchamos nada, en Derechos Humanos dijeron que debemos cumplir tres meses. Que nuestras autoridades se preocupen”.

Juan Elías Guanolema, Quito.

“A los de Migración les rogué, les lloré. Les expliqué que viajaba junto con mi hija, menor de edad, que necesita de medicamentos (los muestra en una funda). Hoy, por ustedes me enteró que ella debió ser deportada. Tengo mi récord limpio en mi país, cinco hijos que mantener y estoy fichado acá, eso es injusto”.

No dio su nombre.

“Estamos detenidos por error y nos dicen que tenemos que cumplir tres meses para volver a nuestro país. Me acusan de traficante de ilegales pero en mi tierra, Milagro, muchos me conocen, trabajaba como chofer. A mi papá, Francisco, y mi mamá, Laura; a mi esposa Olga González, y mis hijos Exon y Ruth, espero con ansias ser libre y volver con ellos”.

Francisco Freire, de Milagro.