Desde el inicio del conflicto en Iraq, en marzo del 2003, han muerto 1.874 soldados estadounidenses.

Un movimiento nacional en contra de la guerra en Iraq, similar al que se produjo en las décadas del sesenta y setenta en relación con el conflicto de Vietnam, empieza a amenazar la popularidad del presidente de EE.UU., George W. Bush, y a aumentar la resistencia a la invasión al país árabe.

La principal causa del renacer del movimiento pacifista estadounidense es una mujer, Cindy Sheehan, madre de un soldado muerto en Iraq quien, al iniciar su protesta el pasado 6 de agosto, en las afueras del rancho vacacional de Bush en Crawford, Texas, “podría haber marcado a esa fecha como el inicio del fin de la guerra en Iraq”, afirma Davis Brook en un artículo publicado en el diario mexicano Jornada.

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“Queremos respuestas” y aclaraciones sobre “cuál es la noble causa por la que mueren nuestros hijos”, ha declarado Sheehan en el campamento que lleva el nombre de su hijo Casey, fallecido en Iraq.

Rodeada por sus seguidores, Sheehan reiteró que no se moverá hasta que Bush la reciba y responda a todas sus preguntas, cara a cara, entre ellas la más importante: “La razón por la cual murió mi hijo en una guerra fabricada contra un enemigo que no tuvo nada que ver con los atentados del 11 de septiembre del 2001”.

Bush no parece, sin embargo, dispuesto a hablar con ella, porque en actos públicos la semana pasada dijo muy claramente que entiende su dolor, pero no comparte su opinión.

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Incluso  pidió ayer a los estadounidenses más tiempo, paciencia, determinación y sacrificio para cumplir su misión en Iraq, presentó una campaña para recuperar apoyos a su estrategia, reiteró que no retirará las tropas y que, por el contrario, enviará otros 1.500 soldados.

Resaltó asimismo a una mujer a la que puso como ejemplo: “EE.UU. vive en libertad gracias a familias como la de (Tammy) Pruett”, cuyo esposo y sus cinco hijos fueron enviados a Iraq, dijo el Presidente.

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Pero Sheehan ha precisado que respeta las opiniones distintas a la suya y el hecho de que haya personas que obtengan consuelo pensando que sus hijos perdieron la vida por una causa noble, pero también pidió que respeten la suya y la de los miles de estadounidenses que le han dado su apoyo.

De hecho, los grupos pacifistas se manifiestan en otros lugares del país y organizan una campaña contra la guerra, que incluye una marcha que concluirá con una vigilia, desde Crawford hacia Washington, entre el 1 y el 24 de septiembre. Además, el grupo pacifista de Sheehan anunció que emitirá, a un costo de $ 67.000, un anuncio en la televisión por cable en el cual pregunta a Bush: “¿Cuántas vidas estadounidenses deben perderse para justificar la guerra?”.

La cantante Joan Báez, reconocida por su militancia antibélica en el sesenta durante la guerra de Vietnam, se unió a Sheehan. “En la primera marcha contra Vietnam en la que participé solo éramos diez, esto es enorme”, dijo.

Los estadounidenses están cada vez más descontentos con Bush por la guerra en Iraq. Sondeos de Harris Interactive, American Research Group y del instituto Rasmussen señalan que entre el 54% y el 58% de estadounidenses desaprueban su administración.

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Ayer, en la última encuesta de la firma Gallup, sólo un 40% de los estadounidenses aprueban la gestión de Bush, la más baja de los últimos ocho presidentes, con excepción de Richard Nixon, que tuvo el 37% por el caso Watergate.

“En una democracia no se puede sostener una guerra sin apoyo popular”, dijo Allan Lichtman, especialista de American University, quien recordó que otros mandatarios fracasaron por guerras impopulares: Harry Truman con el conflicto de Corea y Lyndon Johnson con el de Vietnam.

Por ello, consideró que “la opinión pública está en el punto de vuelco sobre Iraq, igual que con Vietnam en 1968”.