Cuando le preguntan al ya legendario Jefferson Pérez ¿cuál es el secreto de su triunfo?, responde con la sencillez de un amateur… “fue un trabajo en equipo”.

Se refiere a su trabajo en equipo con el marchista Saquipay, el uno ayudó al otro a conquistar el campeonato mundial de marcha, y el otro le devolvió el apoyo con el oro Bolivariano.

“Son aquellas pequeñas cosas”, como cantaría Joan Manuel Serrat, y que suenan simples cuando la grandeza del alma prevalece ante el egoísmo normal con que tomamos este mundo de competitividad, donde no importa pisar al de al lado con tal de conquistar un anhelo, o una meta en la vida.

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Cuánto nos enseñan los deportistas grandes, como Jefferson Pérez y Rolando Saquipay, quienes, por desgracia, no fueron dos habitantes en la casa del ‘Gran hermano del Pacífico’, porque si participaran ecuatorianos ejemplares en ese reality show, valdría la pena verlo y hacer que nuestros hijos aprendan verdaderos valores.

Por qué socialcristianos, roldosistas, socialdemócratas, emepedistas, prianistas, socialistas, entre otros, no se despojan de sus intereses de grupo y se ponen a marchar como Jefferson y Rolando, como un equipo, para lograr los triunfos que el país necesita y así los ecuatorianos podríamos subir al podio y recibir la ansiada justicia social, empleo, salud, y unas entidades de control apolíticas.

Que el Gobierno marche junto a todos los que quieran ayudarlo para que el país gane, y que todos nosotros vayamos tras el triunfo del Ecuador.

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Que estos lauros de dos deportistas ejemplares sirvan para que sigamos por el camino del bien común, la paz y prosperidad, para evitar que hayan más muertos ecuatorianos en los mares de una ilusión truncada por mercaderes de la muerte, coyoteros que juegan con sus sueños de mejores días en el país del Tío Sam.

Sigamos el camino de Jefferson y Rolando y seremos campeones del futuro de nuestros hijos.

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Gabriel Caicedo
Guayaquil