Residir desde los dos años hacen que Adriana Triviño Moreira se autodenomine “fundadora” del barrio Orellana.

“Llegamos en 1947 cuando la ribera del estero Salado llegaba hasta lo que hoy es la calle Tungurahua”, recuerda.

Guayaquileña de nacimiento, Triviño rememora el tipo colonial característico de casas de antaño, a las cuales el auge comercial ha reemplazado.

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“Los propietarios iniciales fallecieron y sus herederos alquilaron las casas o construyeron edificaciones con fines comerciales”, explica.

“Que no derrumben las casas (tipo colonial)”, pide Triviño con pocas esperanzas. Pero se muestra satisfecha porque las cartas que dirige a medios de comunicación son “armas que utiliza para obtener mejoras” en su sector.