No escribí sobre Jefferson Pérez en el momento de su última medalla de oro. Estuve entonces abocado a comentar alguna de las tantas malas noticias nacionales que en seguidilla vienen ocupando las primeras planas. Ahora mismo dudé si referirme en este artículo a las secuelas económicas, políticas y sociales de los correazos y paros con los que hemos alcanzado la medalla de lata en la calificación de riesgo, a la cola de la América Latina, que destacó ayer este Diario en su portada.  Pero creo que el país está demasiado agobiado por las malas noticias y se hunde en el negativismo contraproducente. Así que opté por escribir hoy sobre Jeff, aparentemente a destiempo. Pero es que, considerándolo bien, aunque alejado estos días de la competencia atlética, Jefferson Pérez sigue siendo una buena y gran noticia ecuatoriana en el paso a paso ordinario de cada día.

Después de ganar su última medalla de oro, en el mundial de Helsinki, tan pronto como regresó a la patria, Jeff se la obsequió a su compañero  de equipo, Rolando Saquipay, de muy meritorio rendimiento en esa misma competencia, pero que fue descalificado mientras marchaba “cuidándole las espaldas”. Aquel no fue solo un gesto auténtico de reconocimiento y estímulo para su pupilo, de quien profetizó que pronto ganaría una de las tres preseas máximas en una competencia internacional. Fue también una arenga, una admonición, una lección brindada a todos los ecuatorianos para que aprendamos a trabajar solidariamente, sin mezquindades, en equipo. ¿La estamos asimilando?  Nunca es tarde, siempre es hora.

Así como entonces Jeff no estaba representando una comedia ni haciendo paternalistas gestos demagógicos, tampoco lo estuvo cuando pocos días después se mostró feliz al ganar Saquipay la medalla de oro en los Juegos Olímpicos Bolivarianos, mientras Jeff se llevaba la de plata “cubriéndole las espaldas”. ¡Qué diferencia con cuantos se encumbran minimizando o tratando de hundir a los demás, sobre todo a cuantos van sacando un poco la cabeza, aunque sea a algún compañero de equipo! ¿No se les ocurre el nombre de uno o más personajes ecuatorianos? He aquí un ejercicio y una reflexión para todos.

Aunque nunca ha salido en ningún titular de primera página, el lado semioculto de Jeff, sus logros íntimos, su esfuerzo indesmayable por alcanzar metas muy altas no solo en la pista atlética, sacándole tiempo al tiempo, calladamente, sigue siendo noticia en todo momento. Como por ejemplo, su graduación académica de Ingeniero Comercial que alcanzó hace años, y su actual seguimiento de altos estudios para obtener nada menos que un masterado en Administración de Negocios en Harvard.

Todo eso y mucho más en el quehacer cotidiano de Jeff, que se encuentra estos días visitando algunos medios para agradecerles el apoyo periodístico, que dice que requiere para seguir adelante. Habría que responderle sinceramente: “no hay de qué”. Porque en verdad somos más bien sus compatriotas los que debemos agradecerle y aprovechar su ejemplo, que más que un triunfo del estado atlético del cuerpo denota serlo del espíritu, paso a paso, superando obstáculos y metas.