Brian Haw, ex carpintero de 56 años, puede parecer a los turistas que lo fotografían en Londres la mismísima encarnación de la libertad británica de expresión. Sin embargo, algunos legisladores lo percibieron en forma diferente.

Han pasado poco más de cuatro años desde que Brian Haw empezó a acampar en la acera del otro lado de la calle, frente al Parlamento, para protestar por las políticas gubernamentales para Iraq.

Durante este tiempo, su única manta ha aumentado a varias docenas de banderines, esculturas y exposiciones fotográficas que abarcan cerca de 20 yardas del jardín de la Plaza del Parlamento.

Al principio, su protesta estaba dirigida contra el impacto en los niños de las sanciones económicas de las Naciones Unidas impuestas después de que Iraq invadió Kuwait en 1990. Después de la invasión liderada por Estados Unidos en 2003, que apoyó el gobierno del primer ministro Tony Blair, se convirtió, para usar el término preferido por Haw, en una protesta a favor de la paz.

Haw, ex carpintero de 56 años, puede parecer a los turistas que lo fotografían en Londres la mismísima encarnación de la libertad británica de expresión. Sin embargo, algunos legisladores lo percibieron en forma diferente, y se quejan en particular de que utilice un megáfono para expresar sus puntos vista distrayéndolos de su trabajo.

Así es que aprobaron una ley para deshacerse de él.

La ley establece que quienquiera que desee manifestarse dentro de un radio de aproximadamente una milla del Parlamento debe obtener el permiso por escrito de la policía con al menos seis días de antelación (24 horas para casos excepcionales), con lo cual se prohíben de hecho las protestas espontáneas. Los organizadores de una manifestación no autorizada enfrentan hasta 51 semanas de prisión y una multa de hasta el equivalente a 4.500 dólares.

Sin embargo, los abogados que elaboraron el proyecto de ley descuidaron hacerla retroactiva para cubrir las protestas ya existentes, así que Haw sigue siendo el único individuo exento del ejercicio de los nuevos poderes de la policía.

En efecto, la ley inspiró un nuevo estallido de actividades con megáfonos, ya que ahora otras personas se reúnen para protestar por las restricciones a su derecho a protestar.

“El Parlamento se ve completamente ridículo cuando afirma que es la madre de todos los parlamentos y la cuna de la democracia, y no obstante trata de prohibir las protestas como las de Brian”, dijo Jeremy Corbyn, legislador del Partido Laborista del primer ministro Tony Blair, quien se opuso a la nueva ley.

El 1 de agosto, día en que entró en vigor la ley, Corbyn se unió a los manifestantes que protestaban en la plaza. Muchos llevaban mordazas negras simbólicas en la boca. La policía detuvo a cinco manifestantes, incluidos una mujer de 70 años y un palestino con un megáfono, y los acusó de “protestar en un lugar designado sin autorización”, un delito.

Aun cuando la policía ha levantado cargos contra un total de 11 manifestantes bajo la nueva ley, siempre fue Haw –y el ruido asociado con él– quien siempre estuvo presente en forma prominente en el debate del Parlamento.

John Bercow, legislador del Partido Conservador, argumentó a favor de la medida diciendo: “Existe una diferencia entre la libertad de expresión y una cacofonía permanente autorizada de un personaje destructivo”.

Patrick Cormack, otro conservador, dijo: “No pienso que ningún individuo tenga derecho permanente a desfigurar el centro de una gran ciudad capital, que es lo que hemos visto durante los últimos tres años con el señor Haw”.

Haw tiene siete hijos. Su esposa Kay solicitó el divorcio cerca de un año después de que inició su protesta.

La Plaza del Parlamento es, por ahora, su hogar. Le entregan su correo ahí (una carta rotulada: “el hombre del sombrero frente al Big Ben” llegó sin problemas). Fue su dirección oficial cuando contendió para el Parlamento en las elecciones generales de mayo pasado. (Obtuvo el 0,8% de la votación en su área).

Subsiste con donaciones de café, comida y tabaco para liar. El pesado abrigo de piel de borrego que le ayuda a pasar el invierno fue dejado por un benefactor misterioso, y sus abogados trabajan en forma gratuita. Por las noches, duerme bajo una lona verde, y pasa los días intimidando a los poderosos al otro lado de la calle y exhortando a los transeúntes a hacer lo mismo.

Aun cuando está asegurado su lugar en la plaza por ahora, todavía está limitado por una nueva ley que restringe el uso de aparatos de sonido electrónico cerca del Parlamento. Sus abogados le han aconsejado que mantenga apagado su megáfono, pero él piensa que la redacción flexible de la ley podría tener un vacío: “Hay una excepción para los megáfonos en caso de emergencia”, dijo. “Creo que el genocidio y la tortura podrían posiblemente constituir una emergencia”.

The New York Times News Service