Días atrás tuve oportunidad  de constatar que en la Comuna Cerro Alto (cantón Santa Elena) varios sujetos, con motosierras en mano, cercenaron decenas de gruesos y antiguos árboles nativos dentro de las tierras comunales que colindan con el sector San Pablo, en el Bloque Espol. En la carretera que une a San Pablo con San Vicente.

Los individuos que cortaron centenarios árboles en el lecho del río seco son gente del interior del país e introducidos por habitantes sin posesión legal de territorios o escrúpulos. Los comuneros no tienen medios ni armas para defenderse y temen represalias.

A esta gente poco les importa que desaparezcan especies nativas, defendidas por los jóvenes del lugar. Guasangos, algarrobos y especies que conforman una pared frente a la erosión y la temible acción del Fenómeno del Niño como la del año 1998, ahora han sido destrozados. Hay que recordar que en 1998 casi  se borran del mapa a las comunas Cerro Alto y Morrillo, del cantón Santa Elena. Justamente donde se trabaja por la educación y sostenimiento del hábitat.

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Los directivos de la comuna se movilizaron con escasos recursos para que las autoridades citen a quienes participaron y permitieron el corte de árboles en una zona de alta emergencia y pobreza extrema, sin resultados, ya que la Policía ni sabe del tema. Urge reconocer que la vida humana está en peligro con esta maligna acción, además por la quema de plásticos y basuras.

Tomen contacto con la Comuna Cerro Alto, del cantón Santa Elena y verifiquen lo que sucede al pie de la carretera San Pablo-San Vicente, donde con el dinero de los ecuatorianos, Corpecuador construyó una importante vía que acortó la llegada a playas y hermosas construcciones de la Ruta del Sol. Las Comunas Cerro Alto y Morrillo merecen respuesta y remediación al daño perpetrado.

Patricia León G.
Guayaquil