Se acerca el estiaje que afecta a la cuenca del Paute, y lo más probable es que el próximo semestre suframos apagones, siendo el período de máximo peligro enero y febrero. No se han dado soluciones a los problemas de los que tratamos hace ya cinco meses (columna de marzo 21).

El estiaje normalmente empieza en octubre, pero en esta ocasión el bajo caudal del río Paute ha comenzado antes: al momento solo operan cuatro de las diez turbinas, y la hidroelectricidad, en lugar de ser la base del consumo, solo atiende los picos.

La baja producción hidroeléctrica requiere mayor producción térmica, que utiliza diésel, que Petroecuador no tiene en existencia. Si no retornan las lluvias a la cuenca del Paute en los próximos días, es posible que tengamos apagones muy pronto.

Publicidad

Aun si Petroecuador importa diésel en el plazo más corto posible, podríamos sufrir apagones ya. La causa, los problemas financieros de las compañías generadoras, producto de la falta de pago por parte de las distribuidoras. El no pago tiene dos orígenes:

- El alto costo de la electricidad en el mercado mayorista, que no se pasa al consumidor, causándole a las distribuidoras una pérdida de $ 312 millones. El Ministerio de Economía solo reconoce $ 80 millones a las generadoras; a fines de julio el Gobierno decretó una reducción del precio del diésel eléctrico, para bajar el costo de generación.

- La ineficiencia de las distribuidoras que les causa pérdidas por $ 220 millones.
Por lo anterior, las generadoras no tienen dinero. A Electroquil le deben $ 30 millones, y carece de capital de trabajo para comprar diésel; las térmicas estatales no dan mantenimiento a sus plantas, y hoy La Trinitaria (180 kw/h) y Termoesmeraldas (120 kw/h), están paradas.

Publicidad

Mientras tanto, el consumo sigue creciendo vertiginosamente: alrededor del 7% anual; esto es, para que no se agrave el déficit de generación, se requeriría que cada año entre en funcionamiento una planta del tamaño de La Trinitaria.

El Gobierno impulsa tres proyectos hidroeléctricos: San Francisco, Mazar y Baba, pero ninguno estará listo para atender las necesidades de este año, y probablemente tampoco del próximo.

Publicidad

En los últimos años no hemos tenido apagones por las compras a Colombia, que nos vende al precio más alto posible, con pago por adelantado. El intento de negociar un mejor precio con el Perú fracasó por el apagón en El Oro, que nos obligó a ceder a los planteamientos de Lima, para poder superar el problema. Este año las plantas flotantes de generación aliviarán la escasez.

La década que acumulamos de absoluta carencia de gobernabilidad nos ha llevado a esta situación, en que ni se han dado las condiciones para atraer la inversión y operación privadas, ni el Estado invierte y administra las eléctricas adecuadamente.

Urge que el Gobierno dé el mismo trato que a Colombia, a los inversionistas privados que quieran invertir en el país en generación eléctrica. Solo con mayor generación, podrá bajar la tarifa, y nos ahorraríamos las fuertes sumas que hoy pagamos a Colombia y Perú por electricidad cara.

Los políticos deben renunciar a utilizar las compañías eléctricas como botín. La solución definitiva radica en una mejor administración de las distribuidoras, y en la separación de la distribución y comercialización de luz eléctrica para que el consumidor pueda escoger entre proveedores de luz, sin tener que someterse a ineficientes monopolios.

Publicidad