Residentes de la ciudadela señalan que compraron terrenos al ex alcalde Jorge Perrone Galarza.

Cuando se pregunta a moradores de Bellavista sobre el origen de su ciudadela coinciden en citar a Jorge Perrone Galarza como dueño inicial de los terrenos por la década del ochenta.

Según relató una residente de la Mz 25, que evitó identificarse, Perrone (ex alcalde de Guayaquil en el periodo 1986- 1988) vendió lotes en un sector dotado de servicios básicos y al que llegan vertientes del estero Salado.

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“No hubo villa modelo. Quienes compramos (las tierras) edificamos casas según nuestro gusto y capacidad económica”,  indica esta moradora quien habita en Bellavista  hace 21 años.

La geografía de la ciudadela  es irregular. Hay dos elevaciones a las cuales la avenida José María Velasco Ibarra separa en sectores este y oeste.

Por la calle Agustín Querol pocas personas caminaron la mañana del martes pasado y uno que otro auto, de modelos actuales, circuló por las desérticas vías.

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La mayoría de los inmuebles cuentan con dos plantas y sus acabados denotan que quienes las habitan poseen un nivel económico medio-alto.

Actualmente se levantan nuevas edificaciones  con similares características; sin embargo contrastan con los  solares vacíos y espacios de recreación característicos del sitio que lucen llenos de maleza.

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Ello motiva protestas. En la Mz 73, aparte de esto, se quejan de la desatención en la que  está la ciudadela.

“Delincuentes en autos lujosos se valen de lo desolado para asaltarnos”, denuncia Pilar Vega de Gutiérrez, de la directiva de la Asociación de Moradores de Bellavista 4ª etapa.

Como medida de prevención, expresa, algunas manzanas son custodiadas por guardias privados, a quienes les pagan mediante contribuciones mensuales.

La falta de pavimentación es otra de las carencias del sector, manifiesta Vega, que mostró pesar por la escasa colaboración de “ciertos vecinos que no pagan lo acordado”.

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El club Amigos por Siempre, situado a unos 50 metros de la Velasco Ibarra e intersección con la  avenida Barcelona, alusiva al popular club guayaquileño -cuyo estadio se ubica  a escasos kilómetros-, es un punto de encuentro de residentes del sector, según dice la propietaria del comedor que funciona en la entidad.

La observación del cometa Halley fue un acontecimiento que en la década del ochenta motivó un auge de visitantes al Mirador de Bellavista (lado oeste). Ello provocó que el lugar se constituya en turístico, pero pasado el interés de asiduos al espectáculo celestial, el sector quedó inmerso en el olvido y los residentes a merced de los delincuentes.

Hubo continuas denuncias de que se producían  “actos indecorosos” dentro de autos estacionados por horas en las inmediaciones del parque donde se asienta el Mirador.

Un letrero que, según se lee, auspicia Acción Cívica Bellavista Oeste (ACBO), dispone horarios de apertura al sitio. Allí un residente de la Mz 45 comenta que es porque “antes venían a consumir alcohol y los escándalos de parejas eran frecuentes ”.

Hay dos vías de acceso al lugar. Guardias retienen una identificación por auto que ingresa porque la “disposición es que salgan por la misma puerta”,  señala uno de ellos.

En el acceso por la calle Jorge Perrone Galarza, los custodios evitaron dar información sobre números telefónicos de la entidad porque, acotan, les está prohibido.