“Fue héroe como padre, fue héroe como esposo, fue héroe como amigo y fue héroe con su patria”. Con esta frase su esposa, sus nueve hijos, 29 nietos, 17 bisnietos y demás familiares recordarán por siempre a Segundo Manuel Agama, un combatiente de la guerra del 41 que falleció el pasado domingo a los 102 años.

Su avanzada edad no le permitió luchar una última batalla, una neumonía. El centro de oficiales retirados del Ejército, ubicado en Tungurahua entre Aguirre y Clemente Ballén, donde todas las tardes se reunía con sus amigos, fue el sitio donde se velaron sus restos. Era su último deseo.

Dos oficiales del Ejército escoltaron el féretro de este héroe, en el que lucía la bandera del tricolor nacional y a la cual defendió cuando era fusilero en el sitio conocido como La Avanzada, en la provincia de El Oro, donde  con otros siete compañeros derribaron un avión del Ejército peruano.

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Esta gesta heroica provocó que al final de la guerra el gobierno de José María Velasco Ibarra lo condecorara con la Cruz de Guerra.

Nació en Pujilí, provincia de Cotopaxi, el 18 de mayo de 1903. Muy joven se fue a vivir a Quito, donde conoció a un oficial del Ejército, quien lo enroló en la fuerza terrestre desempeñándose en varios batallones, entre ellos el de Alajuela en Cuenca cuando se desató la guerra del 41.

Norma Agama Pesantes expresó que su padre, quien pese a la edad recordaba la lucha con lujo de detalles, narraba que “era desigual la guerra, 20 contra uno, ellos eran solo siete fusileros al mando de un teniente y un avión peruano los atacaba, pero ellos con valentía lo derribaron”.

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“Cuando terminó la guerra los dejaron en el destacamento de Tenguel hasta que se firmó el Protocolo de Río de Janeiro y se desmilitarizó la frontera. Luego de eso, varios miembros de la fuerza terrestre fueron declarados héroes de guerra”, destacó.

Agama señaló que al terminar el combate su padre pasó a la fuerza naval, donde se desempeñó como enfermero durante 23 años. Se radicó en la isla San Cristóbal, donde vivió 60 años y se ganó el aprecio de la comunidad. Por ello, al cumplir 100 años lo nominaron patriarca de Galápagos.

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Enfatizó que le hubiera gustado que su padre recibiera en vida un homenaje como se merecía un héroe. “A él no le interesaba lo material, sino que lo valoraran como ser humano. Algunas autoridades estaban conscientes de eso,  pero lastimosamente no lo hicieron”.

Recordó que en mayo del año pasado fue invitado por el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas para ser entrevistado en el Altar de la Patria, levantado en las faldas del Pichincha.

Dijo que su padre recibía una pensión de 10 dólares y en el gobierno de Lucio Gutiérrez esta subió a 54, a más de lo que recibía como militar retirado. “Esto significaba nada, fuimos los hijos los que velamos por mi padre y mi madre”, agregó Alejandro Agama. Estuvo casado con María Pesantes, de 89 años, a quien le dedicó versos de su autoría  y  cantó pasillos. Sus hijos fueron Jorge, Alejandro, Norma, Marcela, Wilson, Oswaldo, Iván, Xavier y Mario.