Debajo de piedras y tierra permanecen desde el 24 de diciembre pasado diez terrenos usados para cultivos de hortalizas en la parroquia Pishilata, ubicada en la parte oriental de Ambato.

Como si hubiese sido ayer, los moradores de esa zona recuerdan que ese día de Nochebuena cayó en la zona una fuerte tormenta que arrastró lodo, piedras y tierra desde la quebrada Curiquingue y dañó los cultivos.

Abelardo Moreta, propietario de uno de los terrenos afectados, dijo que se lamenta  por el abandono de las autoridades y las acusa de no hacer nada por los dueños de esos terrenos.

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Moreta señaló que en la quebrada Curiquingue se construye gaviones para evitar que ocurra otro evento como el del año pasado, pero los trabajos avanzan lentamente por falta de ayuda.

Los moradores de Pishilata insisten en solicitar apoyo a las autoridades de Gobierno, porque temen que cuando se presente una nueva tormenta vuelva a afectarse los terrenos de la parroquia.

El afectado dijo que a través de mingas y la maquinaria del Consejo Provincial, del Municipio de Ambato, del Ministerio de Obras Públicas y de la Empresa Municipal de Agua Potable de Ambato (Emapa), se rehabilitó la vía de acceso a la parroquia y se rehabilitó la cancha de fútbol de la localidad.

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“Nuestro esfuerzo ha permitido que recuperemos parte de los terrenos para seguir sembrando hortalizas, caso contrario no tenemos recursos económicos para mantener a la familia”, afirmó con cierta angustia María Diocelina Flores, dueña de 200 metros cuadrados de tierra en las que sembraba hortalizas y que ahora tiene piedras y los restos que llegaron con la tormenta del año pasado.

Según Moreta, a los pocos días del suceso del año pasado llegó hasta la población maquinaria de la Emapa, para encausarla en línea recta la quebrada Curiquingue, pero durante las labores la ensancharon y la dejaron peor de lo que estaba antes por lo que el peligro persiste.