Seis misioneros colombianos y el padre José María Abella, superior general de los misioneros claretianos en el mundo, con sede en Roma, se unieron a la celebración de los 50 años de esta congregación en Ecuador.

La iglesia Espíritu Santo, uno de los tres templos que mantienen los padres claretianos en Guayaquil, albergó ayer a cerca de 1.000 personas que acudieron a la misa de acción de gracias, con las que se conmemoró la fecha.

La eucaristía fue oficiada por monseñor Antonio Arregui, arzobispo de Guayaquil, quien resaltó la llegada de los claretianos al país:  “Así como en el plano material aquí no había más que manglar y lodo, la gente que venía a vivir acá estaba desamparada y estos misioneros le ofrecieron una luz, que ha transformado esta realidad”.

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Los habitantes coinciden con su criterio. Aura Camino, de 26 años, dijo que su obra fue un gran aporte a la comunidad porque logró unirla con grupos de oración y creación de dispensarios y colegios.

Para José María Abella, la obra es solo una parte de su compromiso: “un claretiano es una persona que dedica toda su vida a la evangelización dentro de la comunidad y lo que se hizo en el Suburbio es una historia del servicio al pueblo, en la cual se ha sabido consolidar la fe”.