La escopolamina, mezclada con licor, puede provocar inconsciencia, convulsiones y hasta la muerte.

La colombiana Sandra Vanesa Camelo Luna, de 18 años, tenía el sábado pasado un brazo fracturado y estaba custodiada por dos policías en el décimo piso del Hospital Eugenio Espejo, en el centro de la urbe.

La joven tiene una denuncia en su contra por robo con droga, una práctica que (junto al robo con escopolamina), se ha extendido en la capital con el nombre de ‘Guanteo’.

Ella fue apresada cuando cayó de una altura considerable, al intentar escapar de un departamento (General Duma y las Malvas), luego de haber suministrado una bebida que dejó inconsciente al dueño de esa propiedad, Luis Ayala Mora, con quien estuvo libando.

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Según su propia versión, su intención era robarle dinero para regresar a su natal Pasto, Colombia. Las cifras facilitadas por Edmundo Sánchez, coordinador del Observatorio de Seguridad del Distrito Metropolitano de Quito, sostienen que 303 casos de asalto y robo se han producido, en el primer semestre del 2005, bajo este método.

La cifra equivale al 6% del total de 5.060 denuncias de robos y asaltos receptadas en la Fiscalía. Esta práctica delictiva resulta peligrosa para la víctima porque de cada diez casos, ocho terminan en el hospital.

Fernando Domínguez, experto en sustancias psicotrópicas, asegura que estas sustancias, mezcladas con licor (dependiendo de la dosis), pueden causar sueño, coma o muerte, en el caso de los tranquilizantes, y efectos hipnóticos, pérdida de la voluntad, convulsiones y muerte, en el caso de la escopolamina o guantug.

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Sandra Vanessa Camelo salió la noche del 5 de agosto pasado con pastillas Atibán (tranquilizante menor) en la cartera. La joven, de cabellos teñidos de naranja, recordó que fue recogida en el sector de la Amazonas y Calama por Luis, un hombre de 51 años.

Fueron al departamento del hombre y ella le hizo tomar whisky, mezclado con una tableta de Atibán. El hombre fue encontrado inconsciente y luego trasladado a la clínica Pasteur, donde horas después fue dado de alta.

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Según las denuncias receptadas solo por la Brigada de Homicidios de la Policía Judicial de Pichincha, este tipo de casos han ocurrido en diversos barrios de Quito.

De las 29 denuncias reportadas desde mayo pasado, ocho fueron en sectores cercanos a bares, seis en bancos y el resto en diversos sitios.

El modus operandi es casi siempre el mismo. Mujeres bonitas que enganchan a su víctima, le dan de beber la droga y luego les despojan de sus pertenencias.

Sandra Vanesa, con el rostro preocupado por la suerte que le espera (posiblemente prisión menor), comentó que una amiga de ella de nombre Rubí (colombiana) le pidió que comprara una caja de 30 pastillas de Atibán (tranquilizante). Rubí le explicó cómo funcionaba ese medicamento con el licor.

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También le facilitó una cédula ecuatoriana legítima para que suplantara la identidad de su auténtica dueña, en caso de que le pidieran papeles.

Según el registro de los denunciantes, se pudo verificar que no existe un perfil establecido de las posibles víctimas. Por ejemplo, dentro de las denuncias por ‘Guanteo’, el oficial de policía José Fernando Bastidas, fue llevado contra su voluntad por tres chicas, hasta el hotel Majestic y le despojaron de sus pertenencias.

La escopolamina, mezclada con una droga adicional, causa la pérdida de la voluntad de la víctima, por lo cual se vuelve manipulable para realizar actividades como entregar pertenencias, permitir el ingreso de extraños a su hogar, ser víctima de una violación, entre otros delitos.

El efecto empieza dos minutos después de haberlo ingerido y durará por lo menos dos horas antes de eliminarse paulatinamente.

303  CASOS
de ‘Guanteo‘ en el 2005. En ocho de cada diez casos la víctima termina en el hospital. Drogas, mezcladas con licor (dependiendo de la dosis), pueden causar sueño, coma o muerte, en el caso de los tranquilizantes.

5.060 DENUNCIAS
de robos y asaltos se han receptado en la Fiscalía de Pichincha en lo que va del año. El 6% de los reclamos ha sido por robo con escopolamina o por otras sustancias estupefacientes con las cuales la víctima fue drogada.