Al leer EL UNIVERSO del 20 de julio  llegué a la conclusión de que en Guayaquil es más rentable ser delincuente que comerciante informal que trata de ganarse la vida honradamente, pues a ellos se les quita la mercadería y ponen más pobreza sobre su pobreza.

El Municipio tiene  obligación de programar otra forma de ofrecer la mercadería que venden, pues es lo único que  tienen para subsistir.

Estuve en Nueva York hace unos  meses y me llamó la atención que a la hora del almuerzo unos jóvenes con mamelucos de color gris empujaban  pequeñas carretillas de paredes de vidrio y llevaban almuerzo por plena Quinta Avenida.

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Lo que ocurre en esos países es que todo es bien  aseado y nosotros acá tenemos el don de presentar todo sucio; esto debe combatirse desde las escuelas, por muy pobre que sea.

Realmente nos hace falta cultura para lucir mejores a la gente que visita nuestro país, nuestra ciudad.

Los policías metropolitanos deben tener mucho tino al hacer su trabajo y recordar que los comerciantes informales son votos en las elecciones.

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Graciela Benites
Guayaquil