La seguridad privada se ha vuelto un negocio bueno y peligroso en el ocupado Iraq, afirmó el coronel Luis Hernández, héroe del Cenepa y conocedor del tema militar.

Señaló que en la relación  costo-beneficio, el análisis preferido de los estadounidenses, mantener un soldado al cuidado de una refinería es caro, debido a los costos de entrenamiento, alistamiento, uso de tecnologia, pensiones, etcétera.

En cambio un guardia al que se le hace un contrato de prestación de servicios por un periodo específico, representa  menor inversión. 

Publicidad

El ex combatiente del Cenepa indicó que no hay duda que ante la falta de soldados estadounidenses para la rotación de su personal en Iraq y el agravamiento de las condiciones de seguridad, el gobierno americano tiene que  persuadir  a las compañías privadas que trabajan en Iraq que se prevean de su propia seguridad.  

“La filosofía es no distraer a soldados profesionales en tareas que no sean las de combate”, dijo Hernández.

Agregó que en caso de cometer violaciones a los derechos humanos, al ser civiles contratados, tienen que responder ante el gobierno local, es decir, la impunidad puede ser  escenario en que se desarrollen las actividades de las compañias de seguridad.

Publicidad

La seguridad a empresas es un negocio transnacional, como las telecomunicaciones o internet, aseveró.

Afirmó que una vez consolidada la invasión a Iraq se inició el denominado proceso de reconstrucción, adjudicando los mayores contratos para las empresas de los países que integran la coalición, en su mayoría de EE.UU y Gran Bretaña.

Publicidad

Recordando al filósofo alemán de la guerra, Karl von Clausewitz, favorito de los líderes militares y políticos actuales de EE.UU., que sostuvo que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, explicó que la guerra resultó al final una empresa que dinamizó la economía de los dos países en las áreas de la industria militar y la construcción, además del área de seguridad privada, contratado para la vigilancia de las dos anteriores.

Las condiciones de seguridad a las que han sido sometidas, no solo las fuerzas militares americanas, sino también  contratistas civiles por la resistencia iraquí, han “encarecido” la seguridad macro (miles de soldados americanos obligados a extender sus servicios y más recursos solicitados por el gobierno de EE.UU. al congreso)  y “la micro” (cada día los contratistas civiles pagan más por su seguridad).