Cuando ya estaba casi jubilado fue rescatado para integrar el Buena Vista Social Club, que lo hizo famoso.
Su voz melodiosa entonando el bolero Mil congojas resonó en el cementerio Colón en La Habana: Ibrahim Ferrer, cantante de Buena Vista Social Club, fue sepultado este lunes bajo miles de flores, despedido entre aplausos como uno de los más grandes de la música popular cubana.
No podía ser de otra manera. Su pasión, cantar boleros, lo acompañó hasta el final. A sus 78 años, Ibraim Ferrer se fue, pero quedó su gloria. Murió el sábado 6 de agosto tras sufrir una gastroenteritis que obligó a su hospitalización el miércoles pasado, un día después de llegar de una intensa gira por Europa.
Rescatado del olvido por el cubano Juan de Marcos y el estadounidense Ry Cooder, que en 1996 reunieron a veteranos de la década del cincuenta en el proyecto Buena Vista Social Club, este hombre de aspecto dulce, quien llevaba siempre una gorra y trajes de colores, llegó a ser uno de los mejores embajadores de la música cubana.
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“Es una de las figuras más importantes de la música cubana. Gracias a Dios que Buena Vista Social Club lo catapultó”, dijo Amado Valdés, quien también formó parte del proyecto.
Su deceso, ampliamente reseñado en la prensa internacional, sobre todo de Europa, tomó a todos por sorpresa pues el artista, en plena actividad, llegó el miércoles a La Habana de una gira que incluyó a Francia, España, Holanda, Suiza, Austria y Gran Bretaña.
Lustró zapatos
Ferrer, padre de nueve hijos, nació en un hogar humilde el 20 de febrero de 1927 en la oriental provincia de Santiago de Cuba; quedó huérfano a los 12 años y a los 14 comenzó a ganarse la vida con la música, y llegó a integrar orquestas que hicieron leyenda como la Chepin Choven y la de Benny Moré.
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En los años 80 se alejó de la música y se dedicó a limpiar zapatos, pero fue redescubierto para formar Buena Vista Social Club, junto a otras leyendas como el cantante Compay Segundo, el pianista Rubén González, la diva Omara Portuondo, el cantante Eliades Ochoa y el trompetista Luis Guajiro Mirabal.
Con su muerte, Buena Vista Social Club pierde a otra estrella, dos años después del fallecimiento de Compay Segundo, el 13 de julio del 2003 y González el 8 de diciembre de ese mismo año.
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“Ahora no lo tengo, pero nos queda a su familia cosas hermosas de él”, dijo la esposa de Ibrahim, Caridad Díaz, quien el día del sepelio vestía blusa negra y pantalón florido, con los colores del arco iris. Se alejó presurosa con sus hijos, huyendo de la prensa, en un vehículo en que sonaba a todo volumen la hermosísima voz de Ibrahim Ferrer interpretando otro de su éxitos, Dos gardenias.
Fuera de la isla
El fallecimiento de Ferrer muestra nuevamente un destino que ha marcado a varios músicos cubanos: la fama los toca primero en el extranjero que en la isla.
En la primavera de 1999, la ciudad canadiense de Montreal mostraba en numerosas tiendas de discos y lugares públicos afiches de Ferrer promocionando un disco, que tuvo una gran acogida local.
Los habitantes de la ciudad mostraban orgullosos a cubanos de regreso de los Juegos Panamericanos de Winnipeg el rotundo éxito del septuagenario cantante, que sin embargo era desconocido para algunos de sus compatriotas de paso.
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Al consultar la edición de 1992 del Diccionario de la Música Cubana del musicólogo Helio Orovio, una de las obras más completas que existen en la isla, algunos comprobaron con estupor que Ferrer no aparece. Ello tiene su explicación en una isla que produce constantemente generaciones de buenos músicos, que se desplazan en la preferencia de la gente.
Además, cuando en 1996, De Marcos y Cooder reunieron a los veteranos de los años 50 para grabar Buena Vista Social Club, muchos de ellos estaban jubilados o marginados.
Después de ganar el Grammy, el álbum de Buena Vista Social Club dio origen a un documental filmado por el director alemán Wim Wenders, que lanzó al grupo a la fama mundial.
En la isla, sin embargo se escuchaban entonces otras agrupaciones, y la gente común comenzó a escuchar y conocer a Ferrer y a Compay Segundo (Francisco Repilado), a partir de esos éxitos, y preguntarse donde estaban hasta esa fecha.
El fenómeno no es nuevo. Cuando murió Compay Segundo, en el 2003, en La Habana, a sus 95 años, una gran difusión mediática en los cinco años precedentes había popularizado sus temas, pero la mayoría de los cubanos de ahora no lo recuerdan en el dúo Los Compadres, donde hacía la voz segunda, origen de su nombre artístico.
Una de las excepciones en ese sentido del Buena Vista es su diva, Omara Portuondo, quien ha mantenido una popular carrera desde los años 60 como una de las mejores voces femeninas de la isla, admirada por varias generaciones de cubanos.