Un polémico aliado del presidente peruano Alejandro Toledo asumió este viernes la Cancillería en medio del rechazo popular a su designación, lo que disparó una crisis de gabinete cuando al gobierno le queda apenas un año de mandato.

Toledo pidió el jueves la renuncia de todos sus colaboradores tras la dimisión del primer ministro, Carlos Ferrero, en protesta por el nombramiento como canciller de Fernando Olivera, quien es criticado por su apoyo a una ley que da luz verde a los cultivos de coca en una zona sureña de Perú.

 Pese a la disolución del gabinete, los ministros permanecían el viernes en su cargos a la espera de que Toledo encontrara una salida a la crisis y decidiera quién se quedaba y quién se iba.

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"Considero que éste es un alto honor y estoy seguro que cumpliré las expectativas que el gobierno ha depositado en mí", dijo Olivera, al asumir formalmente como canciller el viernes, haciendo caso omiso a las críticas y el remezón político que causó su nombramiento.

Toledo justificó la remoción del gabinete argumentando que quería dejar en libertad de acción a los ministros que desearan postularse al Congreso o a la presidencia en las elecciones programadas para abril del 2006.

Sin embargo, analistas no validaron esa versión y estimaron que el presidente intentaba buscar una excusa para sortear el conflicto desatado por el nombramiento de Olivera.