Nueve internas de la cárcel de Cuenca dijeron que antes de conocer sus derechos querían saber leer.

Con sonrisas dibujadas en sus rostros, nueve mujeres del Centro de Rehabilitación de esta ciudad recibieron la semana pasada el certificado de alfabetización.

Ellas aprendieron dentro de la cárcel a leer y escribir. Las internas Carmen Luna, Marina Rodríguez, Ana Zambrano, Digna Merchán, Mariana Cajamarca, María Maza, Susana Flor participaron durante dos meses de las clases.

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Ellas también aprendieron a analizar y reflexionar sobre su  realidad, señaló William Ortiz, profesor del Aula de Derechos Humanos de la Universidad de Cuenca, entidad encargada del proceso.

Según él, antes de iniciar el plan de enseñanza, querían instruirlas sobre los derechos de las personas, pero las internas les dijeron que “no sabían leer ni escribir”, dijo Ortiz.

Entonces los alumnos del Aula de Derecho decidieron formarse en el proceso de alfabetización del Ministerio de Educación, y fue así como empezaron su trabajo.

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Mónica Gutiérrez que fue la encargada de enseñar el alfabeto dijo “cuando supe que vendríamos aquí tuve miedo.

“Es que nunca me di cuenta de lo valioso que es saber y comprender, por eso siempre me engañaron”, dijo Ana Zambrano, una de las alfabetizadas.

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Digna Merchán, de 48 años, que lleva seis meses de reclusión y aún no ha sido sentenciada, participó en el curso, según dijo, solo por tener algo qué hacer.

“Yo no sé bordar ni tejer y solo a eso nos podemos dedicar aquí adentro, por eso quise hacer algo más”, dijo.

Pero ahora que puede escribir elaboró una carta y la leyó el pasado lunes durante la clausura del curso. Nerviosa y con la voz entrecortada pidió a las autoridades no demorar más las sentencias, “somos madres y queremos tener qué decir a nuestros hijos sobre nuestra situación”.

Las reclusas del curso esperan que cuando queden libres la sociedad las acepte y las ayude en su proceso de reintegración para impedir que regresen a la cárcel.

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Los estudiantes universitarios iniciarán en octubre de este año la segunda parte del programa para reforzar los conocimientos adquiridos, pero además hay reclusas interesadas en participar en los  procesos de lectura crítica.