El paro de la parroquia La Unión, en Esmeraldas, advierte de un problema similar, aunque con un nivel de violencia distinta; pero en cambio, con un costo económico mayor.

¿Quién es el culpable de todo esto?

Sería fácil echarle la culpa a los habitantes de esas localidades, que para hacer valer sus derechos optan por pisotear los derechos de los que nada tienen que ver con el problema.

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Pero mayor responsabilidad tienen aquellos dirigentes políticos que han hecho de la violencia su lenguaje cotidiano y que incitan a la población a desconocer las instituciones que existen en cualquier momento y con cualquier pretexto. Siembra vientos y cosecharás tempestades. Lo que se predica con el ejemplo, enseguida se aprende.

El paro de Chone surgió como consecuencia del de Portoviejo, donde ciertas autoridades agitaron a la población y provocaron desmanes para ganar réditos políticos. La pregunta que debemos hacernos ahora es cuántas localidades y grupos sociales seguirán por ese mismo camino antes de que las autoridades y el país reaccionen.