“No denunciaré a la empresa que me dio la mano cuando más necesitaba”, indica Luis, un ecuatoriano que pidió ocultar su identidad, ante la posibilidad de acceder al permiso de trabajo  mediante la figura legal del arraigo laboral.

Oriundo de Santa Rosa y maestro de profesión, Luis llegó a España en el 2001. Señala que tuvo dificultades los tres primeros meses porque además de no tener permiso de trabajo, su problema de poliomielitis le impedió emplearse. 

Gracias a una empresa que se encarga de la comercialización de unas de las loterías que se sortean en España, logró un puesto. Por su carácter amable es uno de los  personajes tradicionales del barrio de Sants de Barcelona, en donde sentado en un banco junto a la puerta de la delegación de Seguridad Social vende los billetes.

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Reconoce a la compañía que le dio trabajo, porque le paga puntualmente, incluidas las pagas adicionales que “muchas empresas no dan”. “Sé que podría acogerme al arraigo laboral para obtener el permiso, pero no lo haré porque a esa empresa le debo lo que tengo”, dice Luis.