Da pena ver cómo se trata al afiliado pobre en el Seguro, las inmensas filas que tienen que hacer para realizar un trámite; y si va a un dispensario para hacerse atender de alguna enfermedad o consulta, le dicen que regrese dentro de 30 o más, que es cuando tienen cupos los doctores para atenderlos.

Yo fui testigo del trato de estos que se hacen llamar doctores en el dispensario Sur del IESS, fui para una revisión por fuertes dolores de cabeza, primero lo hacen atender de un médico general, luego hay que realizar obligatoriamente unos exámenes de heces, sangre y orina, al otro día y madrugar a las 05h00, porque de lo contrario no alcanza a entregar las muestras, luego le dan una cita con el especialista, en este caso un neurólogo, pero ya ha pasado casi un mes, y sigo con los dolores de cabeza. Llega el día para la consulta con el especialista, son las 07h00, antes de mí hay tres personas más que se van a hacer atender, adentro del consultorio se halla una persona que se está atendiendo, después de hora y media sale, luego hay que espera media hora para que entre la otra persona, y así...

Es decir que para atender solo a cuatro personas en un día este doctor se toma todo el día, ¿y cuando llega tarde?... Yo tuve que solicitar permiso a mi jefe del trabajo para ir a las consultas en el dispensario y me encuentro con estas situaciones, y así como yo habrá muchas personas más. Por lo tanto, he llegado a la conclusión de que el Seguro Social no debería ser obligatorio y que cada persona tenga la libertad de escoger el seguro privado que más le convenga a sus necesidades, porque seguir aportando al IESS es botar el dinero.

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Jorge Lemos Ruiz
Guayaquil