Una vez más los intereses del poder se divorcian de los intereses del pueblo. Pero, ¿estuvieron unidos alguna vez? Cuando el Dr. Alfredo Palacio asumió la presidencia lo hizo ondeando la bandera de la consulta popular. Un movimiento ciudadano le impuso la necesidad de decir eso. Al parecer, en ese instante responder a las demandas del pueblo era la condición básica para entrar y permanecer en Carondelet. Hoy, eso se ha sumado a todas las mentiras descaradas de quienes ejercen el poder. En esta ocasión, en el colmo de la insania, la farsa montada fue convocar a la ciudadanía para que aportara con preguntas destinadas a orientar la consulta popular de diciembre. Pero pronto fue evidente el caso omiso que se dio a esa participación.

El llamado a una Asamblea Constituyente es la principal demanda popular, y resulta un peligro entre los amantes del sistema corrupto y solapador que requiere de la confabulación entre los poderes del Estado.

En algún lugar yacen las preguntas hechas por la ciudadanía como evidencia de este malavenido e irreconciliable matrimonio y del desprecio de quienes ejercen el poder, hacia la voluntad popular.

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Liliana Garcés Gutiérrez
Guayaquil