Una de las pocas acciones positivas (si no la única) del gobierno de Abdalá Bucaram fue la supresión del poder omnímodo de que gozaban los sindicatos; desgraciadamente, como lo está demostrando el Hospital Carlos Andrade Marín, ha recobrado toda su fuerza y nuevamente impone condiciones increíbles para la firma del contrato colectivo, con beneficios que rayan en lo absurdo y que constituyen una ofensa para los demás trabajadores del país.

Magdalena García
Quito