Varias veces he tenido la oportunidad de hacer presente la importancia de la estrategia para poder alcanzar la meta propuesta.

Seguramente el temprano contacto que tuve con los deportes, particularmente ajedrez y fútbol, más los sabios consejos familiares y escolares me hicieron comprender la importancia de la planificación.

Mas la planificación sin una estrategia adecuada es un desastre. Recuerdo las clases en el Grupo Escuela de Caballería Yaguachi y en el Grupo Escuela de Artillería Mariscal Sucre.

Cuántas buenas ideas han sido abortadas o cuántos proyectos fracasaron por un desacertado proceder.

Recuerdo perfectamente al padre Pepe Gómez, hace más de treinta años, en mi oficina, a petición mía, dictando y yo escribiendo para no olvidarme: fortiter in re, suavitur in modo.

Hay que estar firmes, seguros, en los principios, en las convicciones, y actuar adecuadamente, demostrando esa firmeza, llevando a otros a la aceptación sin forzarlos y sin violentar sus derechos.

Firmes y suaves. ¡Qué difícil!

En tantas actividades a realizar, en tantas tareas que cumplir, en tantos proyectos que culminar: firmes y suaves, para conseguir lo que anhelamos.

Ese es el plan ideal. Algunos lo practican, otros lo intentamos y varios lo desprecian, pues su experiencia de la propia vida y de la ajena les hace pensar que la dureza y la violencia producen mejores frutos y más pronto.

Ojalá pudiéramos tener suficientes testimonios para conocer cuántas personas están en condiciones de comprobar de qué manera una mala estrategia o una conducta indebida echaron a perder un proyecto extraordinario.

En las relaciones conyugales, familiares, sociales, gremiales y políticas, cuántos quisieran “volver a empezar”, para no cometer los mismos errores y actuar de mejor manera.

Pero el tiempo de vida no se nos ha terminado, tenemos por delante mucho que hacer y para ello planifiquemos, escojamos una estrategia capaz de vencer los obstáculos que puedan presentarse y actuemos en consecuencia.

Recordemos que la sabiduría se nutre de los conocimientos y de las lecciones aprendidas a partir de la experiencia propia y de la ajena.

Así que, regalémonos el tiempo necesario para reflexionar, busquemos en comunidad el perfeccionamiento de nuestros proyectos, escojamos la mejor estrategia para alcanzar las metas y seamos sabios: fuertes y suaves, hasta arribar a ellas.

¿Qué le parece? ¿Acepta mi propuesta?

¿Sería tan amable en darme su opinión?