Cuando llegó a esta  ciudad, la Alianza Francesa de Guayaquil tenía 458 estudiantes. Ahora se aproxima a los 1.200 alumnos.  Este dato, que Jean-Denis Roussel suelta en la conversación habla de los logros de su gestión en la entidad.
De una dirección que comenzó, hace cuatro años, y que ahora llega a su fin.

Culmina porque el gobierno francés tiene como filosofía rotar, cada cuatro años, a los funcionarios de las Alianzas Francesas. Y Roussel ya cumplió su periodo en Guayaquil.  Es una propuesta saludable, dice, porque el cambio de gente permite generar nuevas ideas. Es una forma de dinamizar la institución.

“Si alguien se queda mucho tiempo en un país pierde la actualidad de Francia. Y hay que estar al tanto, todo cambia”, explica Roussel. Los funcionarios pueden hacer dos periodos seguidos en dos países distintos y posteriormente retornar a Francia, por lo menos por un lapso de tres años. Luego de ello vuelven a salir.

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Roussel partirá este 12 de agosto a las Islas Canarias, en España, para dirigir un colegio, un proyecto europeo que surgió en 1999. Pero antes de ello recibe hoy un homenaje por su gestión cultural en Guayaquil, a la cual, dice, llegó en un momento especial.

Recuerda que hace cuatro años la regeneración urbana estaba tomando forma. La Alianza Francesa había inaugurado su nuevo edificio y pensó en trabajar junto con otras instituciones de la ciudad. La actividad cultural que se generó fue intensa y variada. El nombre de la entidad estuvo presente en la prensa y, a la par que el público asistía a los programas, creció el interés por aprender el idioma.

La Alianza triplicó su número de estudiantes y debió  crear tres centros anexos para la enseñanza del francés: uno en el colegio Balandra, otro en el colegio Alemán Humboldt y el tercero en el Instituto Particular Abdón Calderón (IPAC).

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Antes de llegar a Ecuador, Roussel, de 54 años, trabajó en varios países de Sudamérica: en Bolivia, Brasil, Perú y Argentina. Allí dirigió áreas como las de educación y cultura, no la entidad completa. Así que alimentaba la ilusión de tener bajo su responsabilidad toda la institución, de practicar lo que aprendió en estos años de labor. Y esa oportunidad la tuvo en Guayaquil.

Cree en la actividad que realizó. Una propuesta diversa. De programación casi diaria. Dice que fue posible gracias a un equipo de trabajo y a la recepción del público. “A los lugares que llegué siempre me sentí  invitado y no voy a imponer mis ideas, sino a adaptarlas, a gestionarlas, junto con el resto de gente”, señala.

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Antes que una perspectiva de enseñanza cultural francesa, la institución tiene una filosofía de integración e intercambio, refiere. Las Alianzas Francesas del mundo, con el British Council y el Instituto Cervantes, ganaron recientemente el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2005.

Dice que le hubiera gustado trabajar más por el teatro en la ciudad, porque, anota, uno de los graves problemas que poseen los grupos es la falta de espacios para presentaciones y la ausencia de recursos, lo que les impide proyectarse de mejor manera. Lo sabe porque él fue teatrero en los años de juventud. Le encanta dirigir, conceptualizar espectáculos. La primera vez que salió de Francia fue a un festival de teatro que se realizó en Irán.

Es una vocación que aún conserva. Y la otra es la poesía. Roussel es poeta. Se asume como tal, porque una de las actividades que hace de manera constante, desde cuando era pequeño, es escribir. Escribe por una necesidad personal. Para él. Por eso no publica. “Quizá algún día escriba para otros, pero lo que escribo ahora son impresiones, cosas mías”. Textos que, tal vez, desaparecerán con él, añade.

Reflexiona con la lectura de los clásicos europeos y de los autores que descubrió en Sudamérica: Jorge Amado, Clarice Lispector, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez y otros.

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De Guayaquil se lleva la imagen del río. De las chivas, del Morgan. Vivió frente al Guayas todos estos años. También va grabado el recuerdo de una ciudad a la que califica de elegante, pero a la que, piensa, para su mayor desarrollo, hay que reforzar en áreas como el aprendizaje de ciudadanía y el respeto al otro.