160.000 menores de 0 a 5 años del país van a un centro de desarrollo infantil, según la Unicef.

Valeria García, de dos meses y medio, es una de los 25 niños de entre 45 días y un año de nacidos que acuden de lunes a jueves a la Tierra de Liliput, que es la escuela de estimulación temprana del Instituto Particular Abdón Calderón (IPAC).

Su madre, Ana Cristina de García, participa de las clases que recibe la niña en los salones Milendo y Pasitos.

Con dinámicas de juegos y canciones las maestras potencian las capacidades que tienen los niños desde el vientre materno, explica Verónica Plúas, coordinadora del programa de Educación Temprana del IPAC.

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“La estimulación temprana prepara el terreno para la vida escolarizada. Les permite una mejor posibilidad de desarrollar su capacidad de lenguaje, la ubicación del tiempo y el espacio y a convivir con otros niños”, agrega Plúas.

La pequeña Valeria es uno de los 160.000 menores de 0 a 5 años del país que van a un centro de desarrollo infantil, lo que equivale al 12% de la población de esta edad, según las cifras del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

Recibir estimulación cognitiva o temprana (que incluye el primer año de educación básica) es uno de los tres derechos básicos de los niños durante sus primeros años de vida, según el Observatorio de los Derechos de la Niñez y Adolescencia. También tienen derecho a la vida y a la nutrición.

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El pasado 29 de junio el Observatorio presentó su boletín # 7 que dio a conocer que el país se quedó de año por tercera vez, al obtener una calificación de 4,3/10 en el cumplimiento de los derechos de los menores.

Los Índices de los Derechos de la Niñez en la primera infancia (IDN-1) señalan que el 61% de los niños de la Sierra y la Costa no recibe estimulación cognitiva.
En la Amazonia la cifra llega al 70%.

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La Unicef agrega que 4 de cada 10 niños no tienen la oportunidad de cursar el primer año de educación básica (preescolar o preparatorio).

La psicóloga clínica Adela Subía, consultora de Unicef, indica que la estimulación temprana y el primer año de básica son “importantísimos”. “En los tres primeros años de vida se desarrolla el 80% de las conexiones neuronales si los niños reciben estímulos apropiados y oportunos. Nosotros trabajamos mucho por invertir en la primera infancia, porque permite potenciar las capacidades y un ahorro de dinero porque así los niños, en un futuro, no perderían el año escolar”, acota Subía.

Pilar Rivas, oficial de programas de Unicef, agrega que la estimulación temprana permite detectar problemas auditivos que más adelante pueden convertirse en problemas de lenguaje.

Subía y Rivas coinciden en que en el primer año se hace posible el desarrollo de las destrezas y el gusto por materias como las matemáticas o la lectura, que surge en los primeros años del infante.

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