Los funcionarios aludidos no ofrecen mayores detalles ni pruebas de lo que afirman, haciendo suyo ese estilo de acusar y sembrar dudas pero no identificar a los culpables. Aun así, su importancia como ex colaboradores del régimen es grande, por lo que le dejan al Gobierno la difícil tarea de despejar todos los interrogantes que surgen.

El régimen deberá aclarar, de manera especial, en qué medida mantendrá los dos ejes principales de la orientación que adoptó en abril: su postura independiente y el interés por el gasto social, que disgustaron a la burocracia de los organismos internacionales –poco afecta a que los países en vías de desarrollo tengan pensamiento propio– pero que en cambio le ganaron aprobación nacional.

El fracaso de las políticas monetaristas de los últimos años no ha dejado mucho espacio para nuevas opciones, pero sin duda la peor de todas es no saber a dónde vamos.

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