Un batiscafo (minisubmarino) de la Armada rusa, con siete tripulantes en su interior y escasas reservas de aire, permanecía ayer atrapado en el fondo del mar, a la espera de ser rescatados en un operativo internacional.

El comandante de la Flota del Pacífico rusa, almirante  Víktor Fedorov, anunció ayer que se ha logrado “enganchar” con un cable al batiscafo AS-28 atrapado en una bahía de Kamchatka, en el extremo oriental de Rusia.

Pero, un responsable de alto rango de su propio Estado Mayor, que no quiso revelar su identidad, declaró poco después a las agencias rusas que hay solo “el 51%” de posibilidades de que el objeto enganchado sea en realidad la nave buscada.

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Además, la operación de rescate se complicó al estar el minisubmarino “fijado” a los cables de una antena de vigilancia costera. “Por esta razón, habrá que izar no solo el batiscafo sino todo el sistema”, declaró Fedorov.

El almirante ruso agregó que “la antena está sujetada al lecho del mar con un ancla de 60 toneladas de peso. Para que la inmersión sea posible habrá que provocar una explosión del ancla para arrancar el sistema del fondo marino”.

En caso de que la explosión controlada se realizara con éxito, buques de la Armada rusa arrastrarían al AS-28 hacia un banco de arena a unos 15 kilómetros de distancia y luego lo izarían a la superficie.

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La Flota del Pacífico contempla, en un caso extremo, el rescate de los tripulantes del batiscafo por parte de buceadores, operación considerada muy “dificultosa”.

Rusia ha iniciado una carrera contrarreloj para salvar a los siete tripulantes del batiscafo que quedó atrapado el jueves al  engancharse en unas redes de pesca a unos 190 metros de profundidad.

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Han  circulado diversas versiones sobre las reservas de aire que tienen los  tripulantes: entre uno y cinco días desde el miércoles, cuando quedó inmovilizado el submarino.

El desconcierto sobre las reservas de aire recuerda, salvando las  diferencias, el caso del submarino ruso Kursk,  hundido hace casi cinco años en el mar de Barents tras estallar un torpedo.

En aquel entonces, Rusia rechazó las propuestas de ayuda extranjera y  cambió de opinión cuando ya era demasiado tarde para salvar a posibles  supervivientes. 

Los 118 hombres a bordo murieron.

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Esta vez Moscú no dudó en pedir ayuda exterior, a EE.UU., Gran Bretaña y Japón.

En su momento, el naufragio del Kursk, calificado de indestructible, supuso un duro golpe para el prestigio como potencia militar de Rusia.

El secretismo con el que la cúpula militar intentó ocultar las dimensiones reales de la catástrofe socavó la confianza de la población cuando se supo, por cartas póstumas escritas por algunos de sus marinos que decenas habían sobrevivido en los primeros momentos del naufragio y que tuvieron una muerte espantosa.

EN LO TÉCNICO

Hasta 120 horas
El batiscafo AS-28 tiene 13 metros de eslora (largo) y 5 metros de diámetro. Puede sumergirse a 1.000 metros de profundidad y mantenerse en estado de inmersión 120 horas.

Versiones
Según unas fuentes, el AS-28 efectuaba un simulacro de rescate, mientras otras hablan de “operaciones secretas”. A bordo de él la temperatura es de 5° C, y sus tripulantes están provistos de trajes térmicos.