El 5 de agosto de 1945, en vísperas del bombardeo atómico, el cielo de esta ciudad estaba negro de bombarderos estadounidenses B-29, aviones que volaban como “golondrinas”, recordó Akie Yoshikawa.
Esa mañana, el 6 de agosto, Akie, joven funcionaria de 21 años, se paseaba con su madre en los suburbios de Hiroshima, justo a cuatro kilómetros del hipocentro de la explosión.
“Hacía mucho calor y cuando iba a abrir mi parasol vi un enorme flash”, relató la octogenaria, actualmente en tratamiento renal en el Hospital de la Cruz Roja de Hiroshima, donde se atienden los hibakushas (sobrevivientes irradiados).
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La primera bomba atómica de la historia estalló a las 08h15, provocando en las inmediaciones del hipocentro, en el barrio de la estación central, una temperatura de 3.000 a 4.000 grados centígrados.
Más de 140.000 habitantes murieron ese mismo día o en las semanas siguientes.
“Llamé a mi madre y después me desmayé. Cuando me desperté, me di cuenta que habíamos caído al fondo de una zanja de regadío”, recordó.
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“Sabía que algo espantoso había ocurrido. Era como si hubiese llegado al centro mismo del infierno”, relató.
“La gente no tenía nada de humano, nada con la piel que les colgaba de los miembros (debido al calor) y los rostros completamente desfigurados por las quemaduras”, dijo.
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En una hora, la escuela primaria estaba repleta de heridos que caminaron desde el centro de Hiroshima.
“Ayudé a tenderlos sobre el césped y a darles de beber. Pero no cesaban de pedir de beber. Y yo no podía hacer nada”, confesó con tristeza la anciana.
A su lado, en el hospital, su amiga Fumiko Oki, de 85 años, testimonió: “Estaba con mi padre cerca del centro de la ciudad, de repente el cielo de inflamó sobre nosotros. Traté de entrar a la casa, pero era imposible caminar debido a la onda expansiva”.
“Cuando finalmente pude llegar a casa, descubrí a mi hermana aplastada por unas vigas y ya muerta”, murmuró.
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“Terminé por encontrar a mi madre tirada en una tienda. Murió al cabo de unos días. Mi padre falleció poco después. Mi hermano figura entre los desaparecidos”, recordó.
Sesenta años después, las dos ancianas, aunque muy ufanas en sus elegantes batas, no han olvidado nada del 6 de agosto de 1945.
“Hay que vivir por los que murieron”, dijeron mientras se tomaban de la mano.
CONMEMORACIÓN
Acto central
Unas 50.000 personas, entre ellas el primer ministro Junichiro Koizumi, se congregarán mañana en el Parque a la Memoria de la Paz para la ceremonia principal de los actos por el día del aniversario de la explosión de la bomba atómica en Hiroshima.
Peregrinación
Voluntarios japoneses y extranjeros, entre ellos familiares de víctimas de los atentados del 11 de septiembre del 2001 en EE.UU., concluyeron ayer la llamada Marcha de la piedra, entre Nagasaki e Hiroshima.
Eliminación
El 6 de agosto de 1945, el bombardero norteamericano B29 Enola Gay, arrojó una bomba atómica que arrasó Hiroshima, dejando 140.000 muertos El 9 de agosto, 74.000 personas perecieron en otro bombardeo atómico sobre Nagasaki, provocando la rendición de Japón en la II Guerra Mundial.