“Confirmado: Los Reyes son líderes de sintonía”. El notición se lo dio en ‘Simplemente Mariela’. Lo cual presupone una cosa: todo lo que se haya dicho antes sobre el rating de la nueva telenovela de TC era pura especulación. Solo ayer se confirmó lo previsible.

“¿Cuáles son las faltas a la ética periodística en las que incurren los programas de farándula?”, interrogan algunos estudiantes de Comunicación en cartas dirigidas a esta columna. Al parecer hay alguna tarea de por medio, pero la cuestión planteada por los jóvenes lectores toca un nervio sensible.

¿Se puede hablar de periodismo cuando se mencionan los nombres de Mariela, Marián y/o Ángelo Barahona?  Hay muchas definiciones de periodismo, pero la que desarrolla Javier Darío Restrepo en su Consultorio Ético de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano contiene en toda su sencillez un universo ético, social y técnico: el periodismo es una actividad de servicio a la comunidad que tiene como fin la búsqueda de la verdad. ¿Hacen algo de eso los programas de farándula que se transmiten en los distintos canales de televisión del país?

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Hace poco leía en la columna de farándula de este Diario que el “licenciado Duplein” (‘Buenos Muchachos’) había declarado que no le importaba hacer de “figuretti” porque iba a ser todo lo posible para ser reconocido como periodista de espectáculos. El asunto es que el tal licenciado Duplein o los mencionados Barahona, Mariela Viteri, Marián Sabaté, como también Oswaldo Segura y  Sharon (¿?) con sus especialistas,  no califican para periodistas de ninguna clase, simplemente porque ellos son el espectáculo. No pueden ser jueces y parte.

El espectáculo se llama ‘información’
La confusión nos introduce al fondo del tema: la información convertida en show como una de las tendencias predominantes de la TV contemporánea. En muchos casos, el periodismo televisivo se ha transformado en un espectáculo para el cual no rigen (o rige selectivamente) valores como el bien común, la búsqueda de la verdad o tan siquiera la jerarquización noticiosa. Todo eso ha sido reemplazado por el rating.

Ahí está el verdadero sentido de lo que hacen TC o Canal Uno al introducir la crónica roja como elemento esencial de sus informativos. El objetivo no es mostrar la sangre por la sangre, sino montar un “show” que vende muy bien. Lo cual es lo mismo que hizo Ecuavisa hace pocas noches al poner como segunda noticia del día el caso de un anciano desalojado de su departamento. Se convocaba así a la curiosidad pública (espectáculo), frente a lo que podría ser el servir los intereses del público (periodismo) realizando un amplio reportaje sobre el maltrato social a los ancianos.

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En esas circunstancias, no es raro que se hable de “periodistas de espectáculos” cuando se quiere hablar de los “protagonistas de esos shows”. Al llamar las cosas por su nombre, todo cambia: la búsqueda de la verdad y el servicio a  la comunidad nada tienen que ver con montar o adornar una realidad para crear fantasías y entretener.

Y ahí está, cada miércoles, ‘Simplemente Mariela’ para confirmarlo: no hay lugar para la verdad sino para crear la fantasía de unos “famosos” que no son otros que los mismos presentadores (ras) y modelos de su canal (en primer lugar) y de otros canales (después). Todos examinados bajo la lupa estética de un modisto que pretende imitar a Karl Lagerfeld.