Unas 70.000 personas han sido detenidas por EE.UU. fuera de su territorio, denunció ayer Amnistía Internacional (AI), que aseguró que la prisión de Guantánamo “no es más que la punta visible del iceberg”.

Un informe publicado ayer por la organización humanitaria detalla el caso de Salah Nasser Salim Ali y Muhammad Faraj Ahmed Bashmilah, dos yemeníes detenidos durante 18 meses por EE.UU. en una prisión secreta de Jordania, encadenados, recibiendo torturas de agentes jordanos, sin ver la luz solar y sin contactar con familiares o abogados.

Ambos fueron enviados por avión a prisiones subterráneas no identificadas, donde permanecieron más de año y medio sin haber sido acusados de delito alguno y ahora se encuentran en una prisión de Yemen.

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Meses atrás el relator especial de las Naciones Unidas para la Tortura, Manfred Nowak, afirmó que existen “denuncias serias” sobre la existencia de barcos-prisiones secretos empleados por EE.UU. para interrogar a sospechosos de terrorismo, calificándolas de “muy serias”.

De igual forma, el diario británico Sunday Times y el estadounidense The Washington Post publicaron el año pasado que Washington utiliza un avión Gulfstream-5, de una compañía aérea privada, para transportar prisioneros a países en cuyos gobiernos permiten las detenciones secretas y la tortura, como  Afganistán, Indonesia, Iraq, Jordania, Kuwait, Libia,  Marruecos, Pakistán, Yemen, Arabia Saudita y Uzbekistán.

Ayer, The Washington Post afirmó que soldados de EE.UU. practicaron por iniciativa propia abusos “brutales” a prisioneros y en interrogatorios a sospechosos de terrorismo en Iraq, Afganistán y Guantánamo.

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El diario citó el caso del general iraquí Abed Hamed Mowhoush, quien murió en noviembre del 2003, sofocado dentro de un saco de dormir en el que le habían metido y atado varios soldados estadounidenses en el desierto del oeste de Iraq.

Además, el Post señala que antes del inicio en el 2003 de la guerra liderada  por EE.UU. en Iraq, la CIA (Agencia Central de Inteligencia) reclutó y entrenó un grupo paramilitar  denominado Escorpiones, para fomentar una rebelión y “cambio de  régimen” en Iraq, que después de la guerra fueron usados para infiltrar la insurgencia y el “trabajo sucio”.